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El historiador alemán Johannes Fried ha trazado una historia de la idea del apocalipsis que va de las profecías bíblicas a los ecos en la cultura popular contemporánea -en la ciencia ficción o en el heavy metal- pasando por las discusiones de los primeros cristianos y de los teólogos medievales.
Dies Irae (Día de la ira), es el título del libro de Fried que saca de un himno compuesto en la Edad Media y que en 1545, en el concilio de Trento, se integró a la liturgia oficial para el oficio de difuntos, donde se mantendría hasta 1970.
"Día de la ira, ese día el mundo arderá y quedará convertido en cenizas como lo testifican David y la sibila", empieza el himno.
Fried destaca que el himno ha sido objeto de más de 2 mil versiones musicales y menciona las de Mozart, Berlioz y Verdi para luego agregar que el tema también aparece en música para el cine o en el heavy metal.
"Hasta el presente, el himno conserva el motivo del fin del mundo y de la esperanza de la salvación eterna", escribe Fried, conocido ante todo como experto en la historia de la Edad Media.
Ya en la introducción del libro, el lector se estrella con una imagen de la historia reciente con una foto de la torres gemelas a punto de caerse tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en la que, dice Fried más adelante, algunos creyeron ver, dibujada por el humo, la imagen del anticristo.
El libro también recuerda que Carlomagno (742-814), cuando solo era rey de los francos, encargó una recopilación de cálculos sobre el momento en que iba a producirse el apocalipsis.
Al encontrar que éste podía estar cerca -algunos lo situaban en el año 800-, sus asesores le recomendaron fundar un imperio, lo que desembocó en la fundación del Sacro Imperio Romano Germánico, respondiendo a una idea de Tertuliano, según la cual el apocalipsis no llegaría mientras no cayera el Imperio romano.
Más tarde, la reforma protestante -con Lutero a la cabeza- identificaría al anticristo con el papado. El motivo siguió vivo pese a la Ilustración y a las revoluciones científicas.
"Los profetas actuales -escribe Fried- siguen invocando el fin del mundo aunque lo hagan en el lenguaje científico 'ateo', acompañados de los diabólicos sonidos del heavy metal".
Desde el comienzo del siglo XX el tema del fin del mundo es un tema recurrente en la literatura y el arte. Dos de los poemas claves del expresionismo alemán, uno de Else Lasker-Schüler y otro de Jakob van Hoddis, se llaman "Weltende" (Fin del mundo).
El tema también aparece en clave satírica, como ocurrió después de que el cometa Haley no trajera el fin del mundo hacia 1910. Luego las dos guerra mundiales y la amenaza nuclear -que mostraba que el apocalipsis podía llegar a ser una obra humana- reavivaron el motivo.
El último capítulo del libro abunda en referencias a los siglos XX y XXI, desde el expresionismo hasta diversas bandas de heavy metal, pasando por Bob Dylan y desde las dos guerras mundiales hasta el 11 de septiembre, pasando por suicidios colectivos de sectas en diversas partes del mundo.
En algún momento se sugiere que esa vigencia de la idea del apocalipsis es en parte una reacción a la comercialización de la existencia.
sc