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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Salman Rushdie volvió a los orígenes de la ficción y a la cuna de las historias inventadas por Sherezade. Determinó algo vital: “la ficción es el arte de lo no cierto”; pero también un deseo: “Yo estoy en favor de seguir inventando cosas”, a favor de “liberar la ficcionalidad de la ficción”. Manifestó su respaldo a los periodistas mexicanos que sufren amenazas de muerte, y habló sobre el papel del escritor en medio de tiempos convulsos: “El papel del escritor es ser auténtico y ser fiel a su talento”.
Durante la conferencia magistral que marcó la apertura del Salón Literario, el intelectual indio nacionalizado británico, que vive en Estados Unidos, repasó los orígenes de la ficción y su gusto por las historias fantásticas que conoció de niño, las centenares de historias que tienen que ver con tapetes mágicos y lámparas maravillosas, con una mujer que evita la muerte contando todas las noches a su rey historias interminables.
“Tengo una sed de ficción y no únicamente cualquier ficción, sino la ficción más fantástica. Como la memoria tiene determinación por ser realista, mi estado de ánimo pasó al otro extremo del péndulo y ahora empecé a recordar estas historias, las historias que me hicieron enamorarme de la literatura, cuentos llenos de imposibilidades, y me dije a mí mismo: ‘Vuelve allí, vuelve a la raíz de la ficción, cuenta la historia que a ti te gustaría leer, las historias que nunca fueron ciertas’”, afirmó el narrador.
Durante su charla salpicada de humor, escuchada con atención por cientos de lectores y admiradores que se dieron cita para verlo, el escritor que visita por segunda vez la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (hace 20 años fue la primera) dijo que esa reflexión que lo llevó a emprender su nueva novela “respondió a esa impronta de contar la verdad de manera más bella que las historias que se consideran ciertas. Esas historias no tienen que suceder ‘Había una vez’, esas historias pueden suceder ayer, hoy o pasado mañana”.
Antes del “Había una vez…” con el que Pedro Ángel Palou abordó la vida y la obra del escritor nacido en Bombay, Silvia Lemus subió hasta el escenario para imponerle la Medalla Carlos Fuentes a Salman Rushdie; él la abrazo y la besó cariñosamente.
Dijo que la tradición realista está destinada a una interminable repetición, y que si buscamos lo novedoso debemos girar hacia el irrealismo y su manera de abordar la vida.
“Los cuentos de maravilla de mi niñez me enseñaron que ese abordaje era posible pero también que había una infinitud de posibilidades y que todas ellas eran divertidas, como ya dije los que nos dieron la ficción que nos dio miedo en cuentos y películas entendían el poder de lo fantástico y también se dieron cuenta de que lo fantástico puede reducirse a la bidimensionalidad del cómic, pero para mí lo fantástico consiste en agregar más dimensiones, una cuarta, quinta, sexta, una última dimensión a las tradicionales tres dimensiones para enriquecer nuestra realidad, entrar a un mundo de fantasía mucho más rico que el mundo de lo prohibido”.
Rushdie citó a escritores occidentales como Italo Calvino, Günter Grass, Mijail Bulgakov y Bashevis Singer, quienes con sus tradiciones han inyectado lo fabuloso en lo real para hacerlo más vivido y extrañamente más verdadero y que todos vienen de esa mezcla de lo real y de lo irreal, de lo natural con lo supranatural”.
A los jóvenes escritores aconsejó: “Escribe sólo de lo que conoces si lo que tú conoces es verdaderamente interesante. Si tú vives en un vecindario como el Harper Lee o el de William Faulkner por favor, siéntete en entera libertad de contar la historia y no dejes tu casa para nada; si no es así, escribe mejor de lo que no conoces”.
El narrador y ensayista se remitió a Las mil y una noches y a su propia apropiación de ellas en su nuevo libro 2 años, 8 meses y 28 noches.
“Voy a terminar en el punto donde comencé: la ficción es el arte de lo no cierto. Madame Bobary y los tapetes voladores no son ciertos y lo que es más, ambos nos son ciertos de la misma manera, alguien los inventó”, afirmó el autor de Los versos satánicos.
Encuentro con los medios. En conferencia de presa el escritor manifestó su respaldo a los periodistas mexicanos amenazados de muerte, a los asesinados; dijo que el PEN Internacional está atento a las acciones contra comunicadores, historias que conoció hace un año cuando visitó Xalapa en el Hay Festival. Contó que allí conoció historias muy duras y terribles.
Allí también habló del papel del escritor en tiempos violentos: “No sé cuál es el papel del escritor porque no quiero hacer una afirmación donde parezca que yo les digo a los otros escritores qué hacer; me parece que el papel del escritor es ser auténtico y ser fiel con su talento”, señaló.
Comentó que el talento de ciertos autores es público y el talento de otros escritores es privado. “No tienes que decirle ‘tienes que hacer esto o lo otro’, el autor tiene que ser fiel así mismo. Vivimos en tiempos muy difíciles, ya sea que seas un periodistas, o que seas un escritor más creativo; pero todos vivimos en el mismo mundo y todos pensamos en el mismo mundo en donde vivimos, pero cómo sale lo que pensamos o lo que escribimos eso depende de cada escritor”.
Reconoció que le interesan los temas de interés público, por eso con mucha frecuencia muchos de esos temas aparecen en sus libros.
Durante la presentación de Rushdie en el Salón Literario, Pedro Ángel Palou dijo: “Había una vez un contador de historias, un encantador de serpientes y de audiencias que haría de la palabra su instrumento y su arma. Su nombre completo: Ahmen Salman Rushdie. Había una vez un escritor de la estirpe de Sherezade, que nació el 19 de junio de 1947 en Bombay, en India, una ciudad en la cual oriente y occidente se mezclaban, no son conflicto. Uno de los temas centrales, por ello de toda su literatura”.
Luego Palou siguió contando la historia de un joven angloindio que en los años 70 en Londres trabajaba escribiendo anuncios publicitarios mientras escribía solitario, Grimus, su experimento joyceano que sería publicado en 1975. “Había una vez un maestro del arte de la palabra que seis años después en 1981, publicaría su segunda novela Hijos de la medianoche una fábula, una alegoría moderna sobre la India, inmediatamente saludada por la crítica como una obra maestra.”