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Investigadores y profesores de distintas instituciones de educación superior del país exigieron el diseño de mecanismos para corregir y sancionar a las personas que incurran en plagio en los sistemas de titulación y en los sistemas de promoción en los escalafones del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
En una carta entregada a la redacción de EL UNIVERSAL, los investigadores exigieron que casos como los de Juan Antonio Pascual Gay y Rodrigo Núñez Arancibia sirvan para que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, El Colegio de San Luis (COLSAN) y El Colegio de México (Colmex) generen un precedente en los mecanismos para evitar la comisión de plagios en publicaciones académicas.
“Como en ocasiones anteriores, los vacíos legales en materia de plagio permiten que éste no solamente no sea castigado, sino que contribuye a crear un ambiente de simulación y de encubrimiento que solo beneficia a quienes no se toman el trabajo académico en serio.”
Entre los firmantes de esta carta están los investigadores Rafael Rojas, Gabriel Negretto y José Antonio Aguilar, del CIDE; Alfredo Ávila, Iván Escamilla, Benjamín Arditi, Guillermo Sheridan y Antonio Azuela de la UNAM; Soledad Loaeza y Roberto Breña de El Colmex.
Otros de los adherentes son Adriana Acevedo y Eugenia Roldán del CINVESTAV, Daniela Gleizer y Jesús Rodríguez Zepeda de la UAM; Juan Ortiz Escamilla de la Universidad Veracruzana; Ignacio Almada Bay del COLSON; Fausta Gantús del Instituto Mora, Marco Antonio Landavazo de la Universidad Michoacana y Elisa Cárdenas de la U de G.
Más adelante, exponen que los recientes casos de plagio académico que ha dado a conocer esta casa editorial son otra “buena oportunidad para insistir en el rigor con que las instituciones académicas mexicanas de educación superior deben realizar las labores de titulación, contratación, evaluación, permanencia y promoción.”
A continuación reproducimos la carta íntegra
México D.F., a 8 de julio, 2015
A la opinión pública
A la comunidad académica mexicana
Al Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT
A todas las instituciones mexicanas de educación superior
Los casos de plagios notorios se siguen presentando de forma recurrente en el medio académico mexicano. Hace poco salieron a la luz dos ejemplos más. El primero es el de Rodrigo Núñez Arancibia, profesor-investigador de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. El segundo es el de Juan Antonio Pascual Gay, profesor-investigador de El Colegio de San Luis. Ambos han sido denunciados; el primero ante el CONACYT y el segundo públicamente. Es cierto que en la página electrónica de la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana hay un anuncio en el que se avisa que Núñez Arancibia ya no labora en la misma, pero no se señalan los motivos, ni que renunció (pues no fue cesado). En cuanto a Pascual Gay, sabemos que las autoridades de El Colegio de San Luis han turnado su caso al consejo académico para definir la postura de esa institución. Por último, en lo que concierne a El Colegio de México, el Centro de Estudios Sociológicos (en el que Núñez Arancibia obtuvo su doctorado en 2004), comunicó que este viernes (10 de julio) se pronunciará al respecto.
Muchas instituciones académicas mexicanas carecen de medios legales para sancionar casos como los referidos, pero esto no puede ser excusa para no condenar públicamente prácticas que atentan contra la esencia del trabajo académico. Pasar por alto cualquier caso de plagio contribuye a generar un ambiente permisivo y poco riguroso, del que esta práctica se nutre y que a su vez fomenta. Como en ocasiones anteriores, los vacíos legales en materia de plagio permiten que éste no solamente no sea castigado, sino que contribuye a crear un ambiente de simulación y de encubrimiento que solo beneficia a quienes no se toman el trabajo académico en serio. A fin de cuentas, la producción del conocimiento en México se ve afectada por unos cuantos, pues la inmensa mayoría de los investigadores del país lleva a cabo su trabajo con rigor y honestidad.
Solicitamos a las principales instituciones académicas mexicanas de educación superior, así como al CONACYT, que diseñen y pongan en práctica los mecanismos necesarios para que todas las universidades del país puedan tomar las medidas correspondientes cuando el plagio se presenta. Estamos convencidos de que el CONACYT debe tomar cartas en el asunto, por su naturaleza misma, por su participación en procesos de evaluación, por su alcance nacional y porque los científicos y académicos adscritos al Sistema Nacional de Investigadores, así como los que participan de sus programas de financiamiento, se benefician de dinero público.
Por otro lado, esta es otra buena oportunidad para insistir en el rigor con que las instituciones académicas mexicanas de educación superior deben realizar las labores de titulación, contratación, evaluación, permanencia y promoción. Asimismo, pone una vez más sobre la mesa la necesidad de que las publicaciones periódicas académicas en nuestro idioma concedan a la labor de dictaminación de artículos toda la importancia que merece. En nuestra opinión, pocas cosas pueden elevar tanto el nivel de una institución académica como el conjunto de las labores mencionadas. Realizadas con criterios adecuados de exigencia, todas ellas pueden contribuir significativamente a la detección y reducción del plagio.
Por último, no está de más apuntar que casos de plagio como los mencionados tienen repercusiones internacionales negativas para el medio académico mexicano. El plagio afecta a la investigación no solo internamente; también deteriora la imagen de nuestro trabajo y de nuestra vida académica a escala internacional.
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Marco Antonio Landavazo, Univ. Michoacana
Ariadna Acevedo, CINVESTAV
Rafael Rojas, CIDE
Iván Escamilla, UNAM
Soledad Loaeza, COLMEX
Ignacio Almada Bay, COLSON
Fausta Gantús, Instituto Mora
Alfredo Ávila, UNAM
José Antonio Aguilar, CIDE
Guillermo Sheridan, UNAM
Elisa Cárdenas, U de G
Jesús Rodríguez Zepeda, UAM-I
Daniela Gleizer, UAM-C
Benjamín Arditi, UNAM
Juan Ortiz Escamilla, UV
Eugenia Roldán, CINVESTAV
Gabriel Negretto, CIDE
Antonio Azuela, UNAM
Roberto Breña, COLMEX