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La noche de ayer en la casa de subastas Sotheby’s de la ciudad de Nueva York fue vendida la pintura Niña con collar, de la artista mexicana Frida Kahlo, por la suma de un millón 500 mil dólares (sin incluir la comisión).

La cifra que se esperaba oscilaba entre 1.5 millones de dólares y 2 millones de dólares. La venta de la pieza fue parte de la subasta de arte moderno y contemporáneo latinoamericano.

Es una pintura de 1929 que mide 56.8 centímetros por 46.6 centímetros, de la que se tenía mínima información; no se sabía dónde se encontraba ni quiénes eran sus dueños.

Niña con collar es una obra temprana que a pesar de los años conserva todo la belleza e intensidad de sus colores; no es autorretrato, no tiene la firma de la pintora y quedó inconclusa.

En México, especialistas en la obra de Kahlo, como la galerista Mariana Pérez Amor, dicen que nunca tuvieron información de la pintura, que sólo supieron de ella por lo que dio a conocer semanas atrás la subastadora. Sotheby’s ha dicho que se trata de una pintura que Diego Rivera regaló a una asistente personal de Frida, quien hasta este año se acercó a la casa de subastas para hablarles de la pieza.

Pero la historia de Niña con collar se puede conocer gracias al trabajo de registro de buena parte de las pinturas de Frida que en su momento llevó a cabo la fotógrafa Lola Álvarez Bravo.

La primera noticia de la obra se tuvo justo a partir de esta fotografía. Así lo relata en entrevista telefónica desde Estados Unidos el médico y psiquiatra Salomon Grimberg, quien ha estudiado la obra de la pintora y es uno de los autores de Frida Kahlo, Das Gesamtwerk, catálogo razonado de la obra de Kahlo, que en 1988 realizó con Helga Prignitz-Poda y Andrea Kettenmann.

El catálogo documenta la existencia de 271 obras de Frida; entre éstas se citan 146 pinturas. Cuando terminaron el catalogo razonado, 18 cuadros documentados estaban extraviados; de éstos, cinco ya aparecieron.

Al documentar las obras, los autores no pudieron tomar directamente todas las piezas, así que en algunos casos se apoyaron en libros o, como en el caso de Niña con collar, en una fotografía. Se trata de una imagen única, tomada de frente a la obra, y en blanco y negro. Grimberg cuenta que para incluirla en el catálogo razonado el INBA les dio la fotografía: “Nosotros no sabíamos dónde estaba el cuadro. Pudimos catalogarlo por una de las fotografías que Lola Álvarez Bravo le había vendido a Bellas Artes”.

Lo que vino, casi una década después, es que a Grimberg lo buscó el dueño de la pintura:

“No recuerdo cuándo, si en 2006 o 2007, me buscó y me dijo: ‘Yo tengo este cuadro y quisiera ver si usted lo reconoce y puede hacer un certificado que lo autentifique’. Y yo le dije: ‘No necesita un certificado; está en el catálogo razonado’”.

Grimberg entonces le pidió al dueño una transparencia a color de la obra para documentarse mejor. Esa imagen la llevó a su libro Frida Kahlo. Song of Herself, donde se incluye la entrevista que Kahlo tuvo con la psicóloga Olga Campos y en la cual, entre otros temas, Frida habla de sus obras.

Aunque el psiquiatra se reserva los detalles acerca de quiénes son los dueños de la obra (tampoco se sabe cuándo llegaron estas personas a Estados Unidos), asegura que “fueron gentes muy apreciadas por Diego Rivera. Conocieron muy bien a Frida, al poco tiempo de la muerte de Frida, Diego les regaló esta obra”.

Rasgos. La pintura es de 1929, un año en que “todavía Frida estaba influenciada por la obra de Rivera”, afirma Grimberg. El cuadro permaneció en la casa de Frida; ella nunca lo vendió. Sólo salió cuando Diego lo regaló en 1955.

“Se ha dicho que es similar a un autorretrato pero no lo es. Seguramente era una de las trabajadoras en la casa; una chica que apenas estaba entrando a la adolescencia. Parece un poco asustada pero obviamente se arregló para el cuadro; se hizo los chinos en la frente y se puso ropa de domingo”.

Aunque Frida no terminó el cuadro y aunque no está firmado, era común que algunas de sus obras no tuvieran firma. Si bien en ella se aprecia la imagen de una ceja única, que estará en sus autorretratos, no fue la primera vez que pintó esto: “Frida, antes de ser pintora, dibujaba, dibujaba imágenes en papel o en cartas y siempre se juntaba las cejas; así que eso no es nuevo”, explica Salomon Grimberg. El especialista recalca que el cuadro está en perfecto estado, que nunca se ha expuesto y que no hay duda de su autenticidad: “Es totalmente genuino”.

Acerca de la obra, Mariana Pérez Amor, de la Galería de Arte Mexicano, comenta: “Es una buena pieza, no acabada, no es el Frida más maravilloso, pero sin duda es un Frida Kahlo. En esa época no era para nada lo famosa que es hoy. No era el icono en que se ha convertido. Frida tardó 30 años en que alguien la redescubriera e hiciera un icono de ella, lo cual es tristísimo. Niña con collar no es una obra excepcional, no es un Frida glorioso, pero es una buena pieza”.

Otras obras. En la subasta de Sotheby’s una de las obras que alcanzó mayor precio fue la pintura Sandías y naranja del también mexicano Rufino Tamayo; obtuvo un precio de un millón 900 mil dólares.

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