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Hace 30 años, cuando Ezequiel Farca tuvo su primer trabajo, los “únicos recursos” que tuvo para crear un conjunto de sillas para un restaurante fueron un tejedor y un grupo de herreros. Desde entonces, Farca —quien hace dos años se asoció en su firma con la arquitecta Cristina Grappin— ha sido uno de los pioneros en trabajar con artesanos e industrias en el desarrollo de proyectos de diseño que él sintetiza en una palabra: “experiencia”.

Una de las claves del trabajo de Farca —uno de los más importantes diseñadores mexicanos— es la transformación de materiales que alcanzan nuevas posibilidades de la mano del diseño, la arquitectura y el interiorismo. Así, materiales como resina o recinto volcánico —que se usan para llaveros y molcajetes—, derivan en piezas de diseño que sorprenden por la estética, inauguran usos y abren una nueva forma de trabajo con la industria y los artesanos, en general con sectores que aún fabrican o producen a mano.

La firma de Ezequiel Farca y Cristina Grappin es de diseño, arquitectura e interiorismo; produce muebles, objetos, arquitectura para exterior e interior. Sus sedes están en la Ciudad de México y en Los Ángeles; recientemente comenzó a trabajar en Italia.

“Empezamos y seguimos haciendo muchas cosas de diseño industrial, pero, por otro lado, el despacho lo que más hace hoy es arquitectura interior y arquitectura. Es un poco lo que queremos mostrar. Somos de los pocos con un equipo de arquitectos, gente de interiores, diseñadores industriales, una persona de diseño gráfico, una persona que hace iluminación... Un equipo multidisciplinario que atiende necesidades en múltiples escalas. Los proyectos tienen que ver con México y Estados Unidos”, dice el diseñador en su Showroom en Polanco.

Farca, uno de los protagonistas del Design Week que continuará hasta mañana, se formó como diseñador en la Universidad Iberoamericana y luego estudió una maestría en arquitectura; las dos disciplinas lo han llevado a desarrollar una propuesta que atiende múltiples escalas.

El diseñador usa la palabra “escucha” para detallar que todo proyecto no puede ser al capricho del autor sino que debe atender las necesidades del cliente, sea un hotel, una vivienda, un barco, un avión, una mezcalería. “Lo que vendemos es una experiencia. Los clientes lo entienden y buscan eso. La gente busca experiencia porque si no, todo sería igual y hacia allá no va el diseño”.

Para Cristina Grappin, “mucho de lo que la gente quiere es un servicio personalizado y una calidad e n su vida. Lo podemos ver en los hoteles o hasta en los Airbnb: gente que busca tener el detalle en lo que vive diario”.

Cada proyecto es un reto, sostiene el diseñador y acota que su filosofía no es la del copy-paste: “Cuando tenemos un proyecto específico intentamos la integración de disciplinas. Ahí es a donde se nos ocurre a quién podemos invitar: una industria, fábrica, artesano. Siempre nos ha gustado colaborar con estas empresas en México, que tienen la tradición”, explica el diseñador y agrega que fue “desde el día uno”, para su primer trabajo, cuando buscó el apoyo de artesanos, muchos de los cuales todavía trabajan con él, como el tejedor Víctor Jiménez, del estado de México.

Además del reto que representa un proyecto específico, para el diseñador el reto está en la evolución, justo en un momento en que el diseño, a nivel global, lo permea en todo. “El diseño se ha permeado en todo: en el vestido, los restaurantes, la joyería. Está al alcance de todos. Hoy no tienes que ir a un lugar elegante para tener acceso al diseño; lo encuentras en la Roma en un café, panadería, pizzería. Lo que ha pasado es que el diseño se ha democratizado. El público hoy tiene acceso a más diseño y, por eso, esa educación en el diseño, de todo el mundo, hace que los usuarios sean más exigentes. Si en la Condesa tengo una panadería fea y otra bonita, me voy a la bonita”.

Es una idea que comparte Grappin, quien afirma: “Estamos en un momento en que siempre es necesario estar innovando, estar creando, es una sociedad que todo el tiempo busca mejorarse. Nuestra ideología de diseño es que tanto la arquitectura como el interior estén conceptualizados desde el inicio como uno. Hay proyectos donde nada más tenemos parte de interior, pero lo ideal es poder conceptualizarlo de origen, que el interior responda a una volumetría, y que ésta responda a lo que es el interior; van de la mano. Hemos hallado que eso nos hace tener proyectos exitosos porque está pensado desde el detalle más pequeño hasta la escala más grande. Al final lo importante es el usuario que lo habita y las sensaciones que le transmites. Lo transmites con el objeto como tal, con iluminación, materiales y volumetría”.

Farca y Grappin apuestan por integrar arquitectura y diseño: “Diseñamos de adentro hacia afuera y viceversa —dice Ezequiel—. Los procesos corren paralelo. Desde el inicio visualizamos el uso en el exterior y en el interior; el poder tener proyectos de arquitectura donde integras el detalle máximo de uso tiene que ver al final con el usuario, no con un tema nada más de estética. Tiene que ver con su personalidad pero sobre todo con el uso”.

Sobre el trabajo con artesanos, Cristina cuenta que ha aprendido mucho: “Es innovar usando la mano de obra que hay en México y el mundo”. Lo más importante, ejemplifica Farca, es cómo transformas lo que fue un acrílico con el que se hacían llaveros con alacranes y figuras religiosas, en un trabajo de diseño, 20 años después. O cómo se convierte el trabajo de carpintería en una celosía o mampara que sirve para distribuir espacios en un baño... “¿Como reconviertes un proyecto así, en un apoyo local? En vez de decir 'hago todo y vendo todo y te lo llevo'… De esta otra forma es como podemos hacer que un proyecto genere trabajo”.

Para Farca, diseñar no es sólo tener ideas, sino construir una metodología y aplicarla a todas las escalas. Resalta el momento que vive el diseño en México: en 2018 la ciudad será la Capital Mundial del Diseño y el número especial de la revista italiana Interni dedicado al diseño de México.

“El mundo voltea a ver lo que en México se está haciendo en diseño: Carla Fernández en moda; Iker en joyería; Héctor Esrawe haciendo otras cosas, nosotros… México está viviendo algo muy importante y yo visualizo que apenas empieza. A los diseñadores nos corresponde enseñar a la gente lo que estamos haciendo”.

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