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París. El Museo de Orsay de París presenta a partir de mañana una exposición sobre la prostitución entre 1850 y 1910 que reúne obras conocidas de pintores de renombre como Picasso, Van Gogh, Degas, Toulouse-Lautrec o Manet, así como fotos y películas pornográficas de la época que podrían suscitar polémica. Una polémica que asume el presidente del museo, Guy Cogeval, que en declaraciones a un diario parisino justifica que la intención es atraer a un público más joven.
El pasaje que corre el riesgo de generar más suspicacias de la exposición Esplendores y miserias. Imágenes de la prostitución, 1850-1910 son dos pequeñas salas prohibidas a menores de edad y separadas del resto por unas gruesas cortinas. Allí se pueden contemplar fotografías que representan escenas de lupanar recreadas en estudio por autores anónimos para evitar procedimientos judiciales, que pasaban de mano en mano. También películas pornográficas de los años 1900, en los albores del cine, con felaciones y penetraciones no simuladas.
Más allá de este apartado, el núcleo de la exposición que permanecerá abierta hasta el próximo 17 de enero, lo forma un centenar de cuadros, entre los cuales está Mujer con pañuelo de Picasso (1902), L’Olympia de Manet (1863), Femme à la terrasse d'un café le soir de Degas (1877) o Les deux amies de Toulouse-Lautrec (1892). Algunas de estas piezas, como la de Manet, causaron escándalo cuando se dieron a conocer por primera vez.
A estas obras se suma “un rico material documental que permite evocar el estatuto ambivalente de las prostitutas”, desde el “esplendor” de las que brillaron en el mundo del espectáculo a la “miseria” de las simples jornaleras del oficio.
Sobre la muestra y la polémica que pueda generar, Cogeval, homosexual que se reivindica como tal, afirma que no soporta las exposiciones “sin puesta en escena, que no cuentan nada, cuando Manet, Maupassant y tantos otros murieron de la sífilis porque se pasaban el tiempo en los burdeles, centrales en el arte y en la literatura de la época”. Según Isolde Pludermacher, una de las comisarias de la muestra, “al principio los artistas jugaban a la ambigüedad con los espectadores y eso daba lugar a escenas pintorescas, un poco picantes. Pero Manet o Degas tenían la voluntad de provocar y de tratar temas contemporáneos”.