La idea de que Diego Rivera y Frida Kahlo hayan sido precursores del pop art norteamericano puede parecer un poco rara.

Pero cuando uno se introduce en la asociación de estilos de estos dos pintores, a través de la forma en la que registran elementos de la cultura popular y la plasman en su obra, la respuesta de por qué lograron convertirse en figuras de una de las corrientes artísticas más emblemáticas de la historia cobra sentido.

La exposición "Diego Pop, Frida Pop: una celebración de arte y estilo", que hasta el 7 de septiembre se presenta en la Galería Miguel Hidalgo del Parque Lincoln, en el barrio de Polanco de la capital mexicana, revela cómo algunos aspectos de la cultura popular y de la naciente cultura de masas se ven reflejadas en la obra de los dos artistas, correspondiente al período entre 1930 y 1940, cuando ambos residieron en Estados Unidos.

"La muestra explora la manera en que esos modelos culturales, políticos y sociales en Estados Unidos enriquecieron, complementaron y diversificaron los contenidos y lecturas de las creaciones de ambos pintores", explicó Diego López Rivera, coordinador general de la exposición y nieto del emblemático pintor mexicano, durante una entrevista.

"Su estancia en Estados Unidos, y cómo registran elementos de la cultura popular de ese país para plasmarlo en su obra, hacen que éstos se convierten en la parte sustantiva del pop art y sean muy notorios. Eso es lo que nutre la parte fundamental del discurso museológico de esta exposición", agregó el también escritor y productor de cine.

El recorrido por la exposición se proyecta como una experiencia interactiva. En ella pueden encontrarse diversas presentaciones multimedia y nuevas tecnologías que recrean algunas de las principales obras que Diego y Frida elaboraron durante su periodo en Estados Unidos, junto con algunos eventos significativos en los que la pareja participó.

"Lo que es muy interesante es que Diego y Frida están en Estados Unidos a finales de 1930, en San Francisco, donde han invitado a Diego a pintar dos murales: el de la Bolsa de Valores y el otro en el Instituto de Arte de la ciudad. Están ahí por un lapso de cinco o seis meses. Luego Diego regresa a México para terminar los murales de Palacio Nacional, y ahí es cuando recibe la invitación para su exposición de diciembre de 1931 en el Museo de Arte Moderno (MoMA)", señaló López Rivera.

En la inauguración de la retrospectiva de Rivera en el MoMA, el artista presentó cinco tableros murales con tema mexicano. No obstante, sería hasta enero de 1932 que el pintor agregaría tres frescos a la exposición, que muestran el trabajo y la construcción durante la era de la Depresión en Nueva York.

"Su exposición en el MoMA fue muy controvertida, porque aunque todo el mundo reconoció que era un gran artista, y fue la segunda exposición individual que el museo presentaba, ésta no deja de reflejar el otro lado de la sociedad norteamericana", puntualizó el coordinador de la muestra.

Aunados a diversos materiales gráficos y audiovisuales, "Diego Pop y Frida Pop" exhibe reproducciones de las obras de Kahlo "El tiempo vuela" (1929), "Retrato de Luther Burbank" (1931) y "Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos" (1932).

En tanto, de Rivera se incluyen "Detalle del mural Alegoría de California" (1930-31), "Frozen Assets" (1931), "Murales en el Instituto de Artes de Detroit" (1932) y "Mural Unidad Panamericana" (1940).

rqm

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