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Es el artista vivo más cotizado del mundo -su Balloon Dog (Orange) se subastó por 58.4 millones de dólares en 2013-, pero Jeff Koons afirma sin titubear que para él lo económico “no tiene ningún significado” y que lo que le interesa es plasmar la energía de la vida y convertirse “en el mejor artista”.
Es más, espera que el hecho de que se le considere un artista mediático sea solamente un reflejo “del poder” de su trabajo y que signifique que las cosas que ha hecho “han sido útiles para las personas en la medida en que les ha permitido que sus vidas sean mejores”.
Así de filosófico se ha mostrado el artista norteamericano, que ha viajado a Bilbao (norte de España) para inaugurar la primera gran retrospectiva sobre su carrera, que llega al Guggenheim tras su exhibición en el Whitney Museum of American Art de Nueva York y en el Centro Pompidou de París.
A las puertas del Guggenheim, Koons se encontró con Puppy el emblemático perro cubierto de flores que desde su inauguración vigila el museo. Un reencuentro “muy agradable” para el artista, que agradeció al museo que cuide tan bien su obra. “Está fantástico, me ha gustado reencontrarme con él”, indicó el autor de Tulipanes, otra de las obras emblemáticas de la colección del museo, o de piezas en las que practica sexo con su exesposa, la actriz porno italiana Cicciolina.
Koons quiso borrar esa imagen de artista mediático, de estratega, de hombre de negocios y lo hizo siempre con su mejor sonrisa y con afirmaciones como que a él lo que le interesa es “ser el mejor artista” y lucha “por conseguirlo y compartirlo con los demás, para poder ver cómo la vida de las personas se transforma a través del arte”.
Cuando se le pregunta si junto a Damien Hirst y Takashi Murakami disfruta de un pasaporte a la gloria insiste en que es un artista. “Bueno, más que un artista, un ser humano que siempre ha tratado de conseguir lo más grande de si mismo” en lo que hace.
Desde niño “y cuando todavía no comprendía cómo el arte podía transformar a los seres humanos, ya participaba en él. Cuando me di cuenta de lo importante que es, de las posibilidades que entraña, llegué a una relación con el mundo del tipo del Renacimiento”, asegura.
Esta relación, dice, le ha permitido entablar diálogos en distintos ámbitos y disciplinas como la psicología, la filosofía y la estética. “Se me ampliaron las fronteras. La gloria pasa por experimentar y tratar de ser la mejor versión de uno mismo y compartirlo con los demás”.
Ensalzado y denostado, una exposición de Koons es un éxito asegurado, como se pudo ver en las dos sedes anteriores de esta retrospectiva, cuyo montaje en el Guggenheim le gusta especialmente.
“Creo que las obras quedan muy elegantes. La gente puede apreciar distintas épocas y distintos periodos claramente”, afirma. EFE