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cultura@eluniversal.com.mx
Guanajuato. —Un espectáculo unipersonal de circo, teatro y multimedia es el que ofrecerá la puesta en escena Leo, que se presentará este fin de semana en el Festival Internacional Cervantino.
El actor William Bonnet, con una preparación en distintas formas de teatro, danza y acrobacia, dará vida a un entrañable personaje que se despliega en dos mundos paralelos: su cotidianeidad y lo que le ocurre cuando, en su pequeña habitación, las leyes naturales enloquecen y crean una realidad fantástica.
Eso es lo que Y2D/ Chamäleon Productions, una coproducción de Canadá y Alemania, presentará en esta puesta en escena multimedia que dará funciones hoy, mañana y el domingo en el teatro de Minas de Guanajuato.
Ayer, en conferencia de prensa, el protagonista de la obra, William Bonnet, y su director, Gregory Parks, explicaron que el espectáculo tiene su origen en una pieza de cabaret alemana, “La vida de un personaje en Berlín”: “Éste creció hasta que llegó a ser un montaje unipersonal, que no es sólo para niños, sino también para adultos”, explicaron.
“Es mucho ejercicio para actuar el personaje y se requiere una preparación mental porque todo el montaje es sin parar, durante 65 minutos y tiene una exigencia del cuerpo muy fuerte”, señaló Bonnet. El actor enfatizó que la improvisación que hace depende del tipo de público y del momento.
Su primer modelo a seguir para dar vida a Leo fue el actor Fred Astaire, cuando baila en paredes y techos en Bodas reales (1951), de Stanley Donen, a la que también suman la gracia de los grandes actores del cine silente: Buster Keaton y Charles Chaplin.
Por su parte, Gregory Parks consideró que esta propuesta es un ejemplo de lo que se está haciendo en el circo en Canadá, que tradicionalmente ha estado en la vanguardia del género. “Todos los artistas que han participado en Leo provienen del circo, en parte por la fuerza que se necesita para participar en la producción, y porque es un buen ejemplo de artistas que usan sus habilidades circenses en otras artes”, dijo.
La mitad de este espectáculo utiliza música y el resto está en silencio, “y esto es muy importante y se nota porque para la gente ambos funcionan bien”, sostuvo Parks, quien lo ejemplificó con lo ocurrido durante una escenificación en Moscú, “el público estaba atento, pero no reaccionaba muy bien a la música hasta que oyó el famosísimo ‘Lago de los cisnes’, de Chaikovski”.