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El conflicto que los bailarines de la Compañía Nacional de Danza (CND) mantienen con su directora artística, Laura Morelos, y la exigencia de su renuncia ante la denuncia de maltratos y abuso de poder que, aseguran los intérpretes, han padecido desde hace casi tres años, obliga a pensar en establecer modelos más eficaces para la designación de la figura que lidere a la agrupación de danza clásica más importante del país, coinciden los críticos César Delgado y Juan Hernández.

“Esta situación ha impactado al gremio dancístico porque a los bailarines de la CND siempre se les ha considerado como los privilegiados por el presupuesto que manejan y porque nunca se quejaban. Es la primera vez que los bailarines se han expresado de manera tan contundente, la situación ha llegado a un nivel muy preocupante y nos obliga a pensar en qué ha pasado con los últimos tres directores artísticos; me horroriza imaginar cómo han manejado a la compañía”, sostiene Delgado, autor del Diccionario biográfico de la danza mexicana.

“La dirección artística requiere de un gran talento y de una gran capacidad en el terreno de la creación. La Compañía está padeciendo una crisis profunda y severa porque quien la encabeza es alguien que carece de las capacidades para entender el arte en su magnitud verdadera. No es algo que se nos esté ocurriendo ahorita, éste ha sido un gran dilema a lo largo de los años, hasta un ingeniero ha estado al frente, Horacio Lecona. Nadie puede negar la trayectoria de Laura Morelos, pero la CND requiere de una persona que pueda resolver los problemas entendiendo las dinámicas que el proceso de creación del arte implica. Los directores de la CND se han manejado como administradores y se han olvidado que están al frente de una compañía artística viva”, asegura el maestro en Historia del Arte, Juan Hernández.

Y añade: “Además, la situación también nos hace preguntarnos dónde está la Secretaría de Cultura, que ha hecho caso omiso en este conflicto. Si la resolución de este problema no es responsabilidad de la nueva dependencia, ¿cuándo lo será? Si por cuestiones jurídicas o reglamentarias no es el responsable, ¿entonces para qué sí sirve?”

El dedazo. La CND es la más importante del país por su presupuesto, su repertorio, por estar enfocada en la danza clásica y por ser la más longeva con 52 años de vida. Su permanencia en la escena nacional mexicana es, para los críticos, algo insólito debido a que a lo largo de historia no ha podido consolidar un proyecto cultural estable.

“En México, la danza es una de las disciplinas más vulnerables y la Compañía Nacional de Danza no está exenta. La primera gran dificultad que enfrenta es que el director artístico es elegido por el director general del INBA, quien muchas veces no sabe lo que es el ballet. Además se ha burocratizado, cada titular trata de imponer su criterio. Ese deambular se ha reflejado en su calidad tan inestable”, lamenta.

Juan Hernández coincide con Delgado y advierte que la CND ha sido “rehén de las administraciones que han pasado por el INBA”. “Estamos a la espera de que la titularidad de la compañía no sea una decisión que se tome en la cúpula de la política cultural, con base en amiguismos, sino que el criterio sea la capacidad para dirigir a una compañía de esta envergadura.”

En los últimos años, la CND no ha contado con una dirección artística de prestigio internacional, como sí ha ocurrido con otras compañías latinoamericanas. Destacan Lidia Segni, al frente del Ballet Estable del Teatro Colón de 2009 a 2015, quien ha potenciado la presencia de la agrupación a nivel mundial; actualmente, esa agrupación es dirigida por Maximiliano Guerra, bailarín argentino que bailó en compañías como el Bolshoi y el Kirov; y Julio Bocca, titular del Ballet Nacional del SODRE, de Uruguay, una de las máximas figuras del ballet en el mundo.

Además, en la Compañía Nacional de Danza de España, similar a la mexicana por número de integrantes, repertorio y por ser subsidiada por el Estado, el director artístico se elige en concurso público con un jurado integrado por 16 expertos.

En México, la Compañía es dirigida desde marzo de 2013 por Laura Morelos, bailarina de la CND de 1985 a 2007 y quien como docente ha trabajado en Televisa y la propia CND.

La estructura. La CND cuenta con un presupuesto de alrededor de 18 millones de pesos, 68 integrantes, un repertorio estable de dos títulos por año: El cascanueces y El Lago de los cisnes; más un repertorio variable que va de dos a cuatro títulos más, además de galas con fragmentos de ballet. En 2015 tuvo 118 funciones. Su sede es el Palacio de Bellas Artes.

Tiene una comisión artística formada por siete maestros, quienes trabajan a diario con los bailarines, apoyan en la definición de los programas y realizan evaluaciones artísticas anuales y “extraordinarias” a los intérpretes.

Los bailarines son elegidos mediante audición y sus contratos son anuales, al igual que en muchas compañías de Estados Unidos y Europa. Están afiliados al ISSSTE y cuentan con un seguro de gastos médicos mayores que les proporciona acceso a una red de médicos especializados para tratar lesiones; sus sueldos mensuales van de los 20 mil pesos para el cuerpo de baile, la categoría más baja; 27 mil pesos mensuales para primeros bailarines, la categoría más alta; además tienen un bono semestral. El dato del ingreso mensual neto de los intérpretes no fue proporcionado por la oficina de Comunicación Social del INBA.

Las prestaciones de los bailarines que integran la compañía son similares a las que se ofrecen en otras compañías como la Nacional de España y el Ballet Estable del Teatro Colón. Sin embargo, de acuerdo con bailarines con experiencia internacional como Isaac Hernández y Luisa Díaz, en Estados Unidos los intérpretes pertenecen a asociaciones de artistas que se encargan de proteger sus derechos laborales y de garantizar que tengan un fondo para el retiro. En Europa, las compañías de ballet tienen un plan de retiro a partir de cinco años de trayectoria, que consta de un monto mensual vitalicio.

De acuerdo con Juan Hernández, la poca transparencia de la compañía, así como sus prestaciones, pese a ser similares a las de otras a nivel internacional, han logrado que la CND no sea atractiva para las grandes figuras del ballet, porque no representa un lugar en donde desarrollar los talentos de los bailarines de primera línea.

Por otro lado, agrega el crítico, debido a que se administra como una dependencia más del INBA, las políticas burocráticas hostigan y cansan a los intérpretes, quienes al ver que no hay criterios artísticos en la operación de la agrupación, terminan por abandonar la compañía.

“Insisto, mientras no exista un proyecto artístico y sean los criterios de la creación los que prevalezcan en la operación, no se logrará consolidar a una compañía comprometida a largo plazo con objetivos creativos a desarrollar”, concluye Hernández.

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