Más Información
Sheinbaum se posiciona sobre iniciativa que busca regular contenido de influencers; “Yo creo en la libertad de expresión", dice
Pedro Haces justifica uso de helicóptero privado de Ricardo Monreal; “quien trabaja anda en cielo, mar y tierra”, dice
Sheinbaum recibe en Palacio Nacional a legisladores de Morena y aliados; “voy a darles un aplauso por todo su trabajo”, dice
Fernández Noroña lamenta declaraciones de Ken Salazar; "un día dice una cosa y al otro dice otra", señala
El salón Sarmiento de la Feria del Libro estaba expectante. En su primera visita al país, el escritor cubano exiliado en Miami Alberto Müller presentaba el fin de semana su polémica investigación Che Guevara: valgo más vivo que muerto cuando un grupo de revoltosos organizados -con acento caribeño, pero también porteño- irrumpió a los gritos y desestabilizó la disertación.
Repartieron panfletos de la agrupación Movimiento Revolucionario Argentino por Cuba y, a viva voz, acusaron al autor de "asesino, terrorista y de ser miembro de la CIA". La andanada continuó con más beligerancia verbal e increpaciones violentas hacia el trabajo de Müller, hasta que la seguridad intervino y retiró a los más revoltosos.
"Era gente de la embajada cubana", asegura ahora, minutos antes de una nueva charla sobre su libro en Eterna Cadencia, la librería palermitana. "Lo eran por la información que manejaban sobre mí", contó este opositor al dictador Batista, quien se sumó a la revolución y luego, decepcionado por el giro ideológico y los abusos castristas, se convirtió en contrarrevolucionario en Sierra Maestra, cuando en el 59 Fidel se alineó con los soviéticos y se apartó del ideario libertario de la insurrección.
Müller purgó una condena de 15 años por sedición en la isla caribeña, donde padeció simulacros de fusilamiento, golpizas con bayoneta y vejámenes en las zanjas de excrementos de la prisión. Pero todas esas torturas -asegura en esta entrevista- fueron perdonadas por su fe cristiana.
"A los emisarios de la embajada les molestaron los postulados de mi libro, en el que expongo los eslabones premeditados de abandono de Fidel al 'Che', para deshacerse de él. El 'Che' se había convertido en un hereje en la Cuba prosoviética proyectada por Castro. Era un estorbo para su continuidad en el poder y, por eso, Fidel le tiende varias emboscadas: lo enfrenta a seguros fracasos guerrilleros en Congo y luego le inventa una Bolivia suicida", argumenta el autor, de 75 años, abogado y ex profesor de ética periodística en la Universidad de Miami.
-¿La trampa castrista comienza con el envío del 'Che' a Congo?
-No, el punto de inflexión se produce con aquel encendido discurso del 'Che' en Argelia [en la conferencia Afroasiática del 65]. Al regresar, hay una reunión tormentosa y documentada, con Fidel y Raúl Castro. Raúl le recrimina su trotskismo y lo acusa de ser prochino, país con quien Fidel estaba en "guerra". Fidel ya había urdido su traición a los postulados y las promesas de la revolución: tener elecciones a los 18 meses, respetar la Constitución del 40, que defendía el pluripartidismo y la propiedad privada, implementar una reforma agraria que repartía la tierra y le otorgaba la titularidad al campesino y no al Estado, como sucedió. Pero cuando pronuncia ese discurso antisoviético, el 'Che' ya sobraba en Cuba. Y no sólo por Fidel. La KGB no lo quería ver ni en pintura. Eso explica por qué siendo ministro se va a liberar Congo, donde no muere de milagro.
-Pero ¿no hubo un apoyo explícito cubano al movimiento de liberación nacional congoleño?
-Al 'Che' lo convence Fidel de continuar con la revolución que había encarnado [el líder anticolonialista congolés] Lumumba para liberarlos de la opresión belga y norteamericana. Lo iban a matar allá, pero Fidel negocia a sus espaldas con la Unión Soviética, Tanzania, los belgas y norteamericanos el fin de la guerrilla.
-¿Por qué habla de Bolivia como una entelequia para extender la revolución?
-Cuando el 'Che' fracasa en Congo y se va a Praga, medita y plantea hacer la revolución en la Argentina, pero Fidel le dice que ahí no puede hacerse. Luego quiere hacerla en Perú, y le repite lo mismo. Y le inventan el espejismo de Bolivia.
-¿En qué apoya esa afirmación?
-Fidel se había reunido con Mario Monje, jefe de los comunistas, y le dice: "A mí me da mucha pena porque ustedes, en Bolivia, no tienen las condiciones para la revolución como en otras partes de América latina: no tienen salida al mar y tienen ya resuelta la demanda campesina con la reforma agraria de Paz Estenssoro, que les otorgó la propiedad de las tierras". Eso explica por qué en 10 meses de guerrilla al 'Che' no se le suma ni un campesino. El otro eslabón de la emboscada es que Fidel lo alía con el Partido Comunista boliviano, que se inclinaba por la coexistencia pacífica y rechazaba la línea guerrillera. Y la gran clave es cuando Fidel lo entrega sin disimulos.
-¿De qué forma?
-El 'Che' escribe en varias entradas en su diario desde Bolivia: "Sin contacto con Manila", el nombre en clave de Fidel. Castro tenía a un alto oficial de la inteligencia cubana asentado en La Paz, Renán Montero, alias Iván, casado con una boliviana, muy amiga del presidente Barrientos. Él era su contacto en La Paz, pero Fidel le ordena salir a Francia, deja al 'Che' sin su enlace en La Paz y nunca reanuda ese contacto. Ese abandono es acuciante, condenatorio. ¿Dónde están sus aliados, sus recursos, su apoyo logístico? El 'Che' murió muy consciente de esa traición. Ni siquiera tenía su medicina para el asma.
-¿Qué lo lleva a investigar el desenlace del 'Che'?
-Quería conocer las circunstancias de la muerte de un gran amigo mío, Octavio de la Concepción de la Pedraja, ocurrida días antes de la del 'Che'. Y una cosa trajo a la otra. En las biografías escritas por Pacho O'Donnell, el mexicano Jorge Castañeda, el español Paco Taibo y el estadounidense Jon Lee Anderson asoman estas pistas sobre la entrega de Fidel. Durante seis años, yo profundicé esta línea y crucé información con los diarios de Guevara y otros documentos. Lamentablemente, jamás se encontraron sus diarios de Praga. Estoy seguro de que existen y alguien los tiene.
-¿Valió la pena su apoyo revolucionario con el costo que pagó?
-Moralmente, sí. Cuando uno defiende la libertad, no hay límites. Yo defendí la libertad, la democracia y la alfabetización de mi país. Me tocó esa parte de la historia de la cual no me arrepiento. Incluso, las torturas que padecí, como cristiano que soy, ya las perdoné. No soy hombre de rencores y no sería capaz de hacerles a mis enemigos lo que me hicieron a mí. La historia de Cuba ha sido trágica. Pero a Fidel le pasará como a Stalin. ¿Quién le hace hoy una Oda a Stalin, como Neruda?
-¿Qué le pareció el acercamiento de Raúl Castro con Obama?
-Lo aplaudo. Un aislamiento y embargo no encuentran una justificación durante 50 años.