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Olimpia, génesis de la máxima justa deportiva, evento cuatrienal que, sin importar color, bandera o credo, reúne a las naciones para presenciar la magnanimidad del cuerpo humano en toda su expresión.
La antigua Grecia desarrolló un culto a la exaltación de la corporalidad, podría decirse que el lema Mens sana in corpore sano funcionó por generaciones como un estandarte que enaltecía el valor de la formación intelectual, atlética y espiritual del hombre y, bajo la pluma poética de la época, se relató la valía de los atletas y su cercanía con las máximas deidades del Olimpo mitológico.
Desde que el deporte es conocido como tal hasta este siglo, los estándares en el desempeño de los atletas han ido en aumento: correr más rápido, saltar más alto, tener mayor fuerza y flexibilidad. “Ningún atleta gira como él, sin tropezar sobre la arena. La multitud lo mira y el aplauso súbito universal suena”, escribió Píndaro en su oda olímpica número nueve.
Ahora, con el siglo XXI de frente, la ciencia y tecnología se han desarrollado con el fin de mejorar y maximizar el desempeño de los deportistas a niveles inimaginables, y el cuidado de su alimentación es uno de los requisitos prioritarios para lograr dicho objetivo.
Los Juegos Olímpicos llegaron a su fin, pese a ello la actividad deportiva permanece alrededor del mundo y la importancia de conocer cómo es la alimentación para mejorar el rendimiento físico impera con mayor frecuencia en la población, practique o no algún deporte de alto rendimiento.
La Federación Mexicana de Nutrición Deportiva (FMND) define esta especialidad como un área dentro de la nutriología que tiene por objetivo evaluar el estado de nutrición de los deportistas, con el fin de otorgar recomendaciones personalizadas que permitan alcanzar su máximo rendimiento y mantener un adecuado estado de salud.
¿Cómo se alimentan los atletas?
Con el objetivo de tener un adecuado estado de salud y nutrición, la Secretaría de Salud (SSA) menciona que una dieta es considerada correcta cuando cumple seis parámetros indispensables: completa, equilibrada, suficiente, variada, higiénica y adecuada. Sin embargo, estas recomendaciones van más allá cuando se trata del desempeño de un deportista de alto rendimiento.
“Comer bien es la base del rendimiento de cualquier atleta, la temporalidad en que ocurran estas comidas marcará la diferencia en el desempeño del deportista”, mencionó la maestra en ciencias del movimiento humano, Lourdes Mayol Soto, quien es asesora científica para América Latina del Instituto Gatorade de Ciencias del Deporte (GSSI, por sus siglas en inglés) y secretaria de la FMND.
Hoy día, existen diferentes métodos e instrumentos que permiten conocer las calorías que una persona necesita consumir cada día. Sin embargo, Norma Ramos indicó que para determinar el requerimiento de energía que un deportista necesita en el día es importante conocer, a través de un registro de actividades cíclicas, las veces que entrena al día, tiempo dedicado y tipo de entrenamiento para así tener mayor precisión de la energía que necesitará en 24 horas, llegando a alcanzar cifras de más de tres mil calorías.
El consumo de macronutrimentos, que son los hidratos de carbono, lípidos y proteínas, en un deportista dependerá del tipo de deporte, de la etapa de entrenamiento y día de la competencia.
Según la especialista, en los deportes que requieren de resistencia, el consumo de proteínas va de uno a 1.4 gramos por kilogramo de peso del deportista; en deportes mixtos, es decir, que incluyen fuerza y resistencia, va de 1.4 a 1.7 gramos por kilogramo de peso; en deportes de fuerza, se considera el consumo de dos gramos incluso hasta 2.5 gramos de proteína por kilogramo de peso, pero este consumo en los deportistas de fuerza tiene que ir combinado con un entrenamiento para aumentar masa muscular, de lo contrario, la ingesta de estas cantidades de proteína no serviría de nada.
“Si el deportista ya no está en una etapa de aumento de fuerza o ya no está en entrenamiento, se tiene que regresar a un consumo normal de proteína”, comentó Norma Ramos, aseverando que la sobrecarga en la ingesta de proteína traerá como consecuencia daño renal que a largo plazo provoca una deficiencia en el consumo de este macronutrimento.
Asimismo, el consumo de hidratos de carbono en un deportista tiende a depender de la misma manera de la etapa de entrenamiento, tipo de deporte y día de la competencia, llegando a alcanzar un consumo de 60 al 70% del total de las calorías que el atleta requiere en el día y con un consumo de grasas de 20 a 30% aproximadamente.
jpe