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Comienza hoy una cumbre mundial con una ambiciosa meta: el fin de la epidemia de SIDA.
Ponerle fin a la epidemia de SIDA. Esta es la ambiciosa meta que llevará a Nueva York desde hoy y hasta mañana a representantes de los 193 países que integran la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Se sabe que es posible porque ya se cuenta con el conocimiento y los instrumentos para detener su progresión. Solo es necesario hacer confluir las estrategias médicas y sociales con la decisión política.
Distintos estudios muestran que puede lograrse diagnosticando al 90% de las personas que viven con VIH; teniendo bajo tratamiento antirretroviral al 90% de los que saben que son portadores, y logrando que 90% de estos alcance un nivel de carga viral indetectable.
La concreción de estas tres metas, más la disminución de los diagnósticos tardíos, reduciría drásticamente la circulación del virus y haría caer notablemente el número de nuevos casos. Se calcula que más de 36 millones de personas viven con VIH/SIDA en el mundo. La cumbre de la ONU que comienza hoy buscará aprobar una estrategia de acción acelerada para llegar a esa meta en 2030.
El objetivo consiste en reducir las nuevas infecciones de dos millones a menos de 500 mil anuales en 2020, reducir las muertes relacionadas con el VIH de 1.2 millones a menos de 500 mil y eliminar la discriminación. Para lograrlo, se propone aumentar los recursos destinados al VIH/SIDA de 19 mil millones a 26 mil millones de dólares anuales.
"En 2001, el mundo se reunió por primera vez en una asamblea extraordinaria de las Naciones Unidas para dar respuesta a la epidemia", explica Alberto Stella, director de Onusida para Argentina, Uruguay y Chile.
"Se entendió que no solo era un problema de salud, sino de desarrollo y derechos humanos", rememora Stella. Allí nació una declaración política y cada cuatro años se vuelve a hacer un análisis de la situación: dónde se está, qué se logró y qué desafíos se plantean para el futuro. Esta vez la ciencia plantea la posibilidad no de erradicar, pero sí de ponerle fin a la epidemia, llegar al control.
"En el nivel global, solo alrededor del 50% de las personas que viven con el virus están diagnosticadas", subraya Stella. "Sabemos que controlar tempranamente la carga viral tiene repercusiones importantísimas en la salud, que así puede llevar una vida tan normal como cualquier otro. Además, una persona con carga viral indetectable no transmite el virus."
En los últimos dos años se aumentó de 15 a 17 millones el número de los que acceden a la terapia antirretroviral. Esto representa tan solo 46% de los afectados, pero disminuyeron las muertes por SIDA y causas relacionadas, de 1.5 a 1.1 millones.
América Latina es la región con la mayor cobertura de terapia antirretroviral, con alrededor de un 55%. Con la duplicación del número de personas con acceso al tratamiento (de 570 mil a 1.1 millones) se pudieron disminuir las muertes de 60 mil a 50 mil anuales.
Lo que no es tan alentador es que el número de nuevas infecciones se mantuvo constante, con 2.1 millones anuales en todo el mundo, y unas 100 mil en América Latina.
"Para que la estrategia muestre un impacto contundente se necesita que más personas con VIH estén en tratamiento y con carga viral indetectable, porque esto disminuye mucho la posibilidad de que una persona contraiga el virus en una relación ocasional", explica.
Sin embargo, pocos países se aproximan a este objetivo. El ejemplo más emblemático es Dinamarca, que va rumbo al control de la epidemia porque supo tener una estrategia contundente con acceso a la prueba, pero además con estrategias muy fuertes de prevención. "No se trata solamente de suministrar fármacos, sino de tener campañas eficaces que permitan disminuir el número de infecciones".
Ese país está cerca de un 90% de los portadores diagnosticados, más de 90% en el sistema de salud, recibiendo terapia antirretroviral, y la mayoría con seguimiento adecuado en un contexto social libre de discriminación.
Por lo tanto, la carga viral comunitaria la cantidad de virus que circulan es tan baja que se verifica un descenso abrupto e importante de las nuevas infecciones. Es uno de los primeros países en documentar que efectivamente el tratamiento es una estrategia fundamental de prevención.
De las 6 mil nuevas infecciones al día en el planeta casi 3 mil se dan en jóvenes de entre 15 y 24 años.
Entre los 15 y los 19 años se ven más nuevas infecciones en mujeres que en hombres. Hace cinco años, esta franja permanecía estable y las nuevas infecciones se daban por igual en ambos grupos. Probablemente se deba al inicio más precoz de las relaciones sexuales en las jóvenes.
La epidemia también crece entre las mayores de 50. Tal vez porque en la posmenopausia no están preocupadas por el embarazo y no le piden al hombre que use preservativo. Creen que el VIH es tema de jóvenes.
Un dato singular es que cuando se analiza la fuente de infección de las mujeres, el 75 u 80% corresponde a su pareja estable. En el caso de los hombres la contraen por relaciones ocasionales. Según los médicos, es importante incorporar la prueba de VIH como test de rutina.