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Llorar, como reír, es una expresión emocional, y tiene un valor importante tanto para la comunicación, porque decimos al mundo cómo nos sentimos, como para la salud, pues con el llanto expresamos una emoción cuando la opción de no hacerlo no sería saludable.
“El llanto puede ser terapéutico porque alivia tensiones y también porque puede aumentar el apoyo social al despertar empatía”, explica Antonio Cano, psicólogo y catedrático de la Universidad Complutense en la capital de España.
Para el experto "llorar tiene beneficios como el desahogo, la expresión de una activación fisiológica emocional que necesita expresarse, alivio, y empatía”.
"El llanto es sano, aunque hay que recordar que no lo es si se llora para conseguir objetivos, pues nos convierte en personas dependientes o llorar porque se tiene una depresión, pues lo saludable desaparece", insiste el experto.
“Llorar puede ayudar a gestionar emociones, tanto es así que a veces, aunque no queramos, no podemos evitar el llanto, pues la expresión emocional está por encima de la voluntad”, señala el especialista.
Esto se debe, según Cano, a que “tenemos dos partes diferenciadas en nuestro cerebro, una parte prefrontal, donde tenemos las funciones ejecutivas y donde reside la voluntad, en la que valoramos la realidad y tomamos decisiones, y una parte muy automática e involuntaria, muy poco consciente, que regula una parte de la parte de las emociones, la amígdala”.
Así, cuando surge un peligro “lo primero que se activa es la amígdala, no la corteza prefrontal, y antes de que decidamos si estamos o no en riesgo ya estamos reaccionando emocionalmente, porque es una vía más rápida para salvarnos, incluso cuando hay contradicciones entre lo que se piensa y lo que la amígdala decida realizar, pues hay una parte de la emoción que se expresa en contra de nuestra voluntad”, subraya el catedrático.
EL LANTO MASCULINO
Pero los varones lloran menos que las mujeres porque, además de la función que cumplen la herencia patriarcal y cultural, posicionando al hombre como un ser que no debe llorar y relacionándolo con un signo de debilidad, existe también una explicación biológica en algo que nos hace no mejores ni peores, sino diferentes.
Según Antonio Cano, “hombres y mujeres tienen distinta necesidad de llorar, pues las mujeres tienen un sistema hormonal diferente, unas diferencias biológicas que facilitan su expresión emocional”.
Manuel Arias, neurólogo y coordinador del grupo de Humanidades de la Sociedad Española de Neurología (SEN), resalta que el llanto es “una función cerebral bastante compleja y diferente entre sexos”.
“Las mujeres lloran más que los hombres como una autoterapia que les permite calmarse, porque la estructura cerebral no es igual en la mujer que en el hombre. De hecho, la alexitimia, o incapacidad para expresar los sentimientos, se da más frecuentemente en los hombres”, confirma este especialista.
“La acción de llorar es una función cerebral más, aunque es una función compleja que no tiene un lugar del cerebro nítido que la gobierne”, explica el neurólogo.
“Generalmente lloramos ante una emoción de valor negativo. Al sufrir esa especie de disgusto se pone en marcha un proceso en el que, por la acción de llorar, se tienen que contraer los músculos de la cara (situación que depende de la activación a través del nervio facial), también se tienen que contraer las glándulas lagrimales, incluso el sollozo y las vocalizaciones del lenguaje, por lo que intervienen muchas áreas”, explica el doctor Arias.
“Pero, de forma independiente, no debemos equivocar los conceptos, ya que podemos llorar si comemos una cebolla, a través del sistema nervioso autónomo o vegetativo, pero no sería el llanto al que nos referimos”, matiza el experto.
“Existen también ciertas enfermedades en las que existe un llanto patológico, son esas personas que pueden empezar un llanto sin motivo durante unos minutos”, concluye el galeno.
Así pues, digamos sí al llanto, cuando no es sinónimo de enfermedad. Sí al desahogo a través de las lágrimas y un ¡adelante! a la expresión de las emociones y a su capacidad de generar empatía.
kal