Microorganismos mutantes recogidos del suelo de la zona afectada por el accidente nuclear de Chernóbil muestran una llamativa resistencia a la radiación, similar a cómo sería en Marte.
Un experimento realizado en la Estación Espacial Internacional (ISS) el año pasado examinó esta idea con la ayuda de ocho especies de hongos procedentes de la zona de exclusión de Chernóbil. Estas cepas surgieron a raíz de la fusión del reactor en 1986, y dos de ellas, los hongos de Cladosporium, parecen preferir las superficies radiactivas. Las muestras de hongos fueron remitidas por un equipo dirigido por Kasthuri Venkateswaran, científico investigador principal en el Jet Propulsion Laboratory de la NASA.
"La radiación observada en Chernóbil es alta, pero estos hongos negros aparecieron primero (después de la fusión) en comparación con las bacterias", dijo Venkateswaran en una entrevista con Motherboard.
"Así fue como seleccionamos esos hongos, de un ambiente tan rico en radiación. Estos hongos persistieron debido a algún tipo de codificación de proteínas y información de biomoléculas que protegen contra el nivel de radiación".
El objetivo final de la investigación de Venkateswaran es desarrollar un "bloqueador solar" basado en hongos para la radiación del espacio exterior que podría ser utilizado para proteger a los seres humanos de los efectos nocivos de la exposición a largo plazo. Los hongos fueron devueltos a la Tierra hace sólo unos meses, por lo que los resultados son preliminares, pero Venkateswaran y sus colegas están ansiosos por continuar la investigación.
"Tenemos que tomar todas las precauciones antes de construir un asentamiento humano en Marte y más allá", dijo.
Además de ayudar a los seres humanos a ser más resistentes a la radiación, el estudio de la vida silvestre en las regiones afectadas por fugas nucleares también puede proporcionar una visión de los cultivos de ingeniería que pueden sobrevivir el entorno de radiación más allá de la Tierra, especialmente los mundos altamente irradiados como los del sistema de Júpiter.
La zona de exclusión de Chernóbil es significativamente más radiactiva que el interior de una nave espacial de larga distancia, lo que la convierte en una mala analogía directa con el espacio ultraterrestre. Pero las maneras en que los cultivos desarrollan tolerancia a ambientes contaminados son ricos en pistas para sobrevivir a dosis sostenidas de radiación cósmica.
"Los genes resistentes a la radiación se pueden incorporar a las células de levadura que producen cerveza para que los seres humanos estén dispuestos a ir al espacio tendrán una mejor cerveza para beber", dijo el científico a modo de ejemplo.
jpe