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Un estudio sobre el comportamiento de las ballenas determinó que durante su reproducción en el Pacífico sureste estos mamíferos nadan en una franja de 2 mil 600 kilómetros entre Costa Rica y Perú, uno de varios hallazgos que pueden ayudar a su conservación, informó hoy el Instituto Smithsonian.
“Nuestro trabajo llena un vacío de información: sabíamos que estas ballenas se mueven entre áreas de alimentación y áreas de reproducción, pero nunca se habían caracterizado sus movimientos, ni podido definir exactamente el área de reproducción”, explicó Héctor M. Guzmán, ecólogo del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) en Panamá.
Las ballenas de ambos polos migran largas distancias para reproducirse en aguas tropicales, y para conocer sobre su vida en esa etapa, Guzmán y Fernando Félix, del Museo de Ballenas de Salinas (Ecuador), marcaron 47 individuos con transmisores satelitales, para entender cómo se mueven dentro de las áreas de cría y ayudar a prevenir el impacto de las actividades humanas.
“Ahora sabemos que los individuos se mueven entre los países dentro de la temporada de cría y que toda su zona de cría se extiende aproximadamente 2 mil 600 kilómetros de costa no rectilínea desde Costa Rica hasta Perú”, relató Guzmán, de acuerdo con un reporte del STRI difundido este jueves.
Un total de 25 ballenas fueron marcadas con transmisores satelitales en Panamá y 22 en Ecuador entre 2009 y 015, de acuerdo con métodos aprobados por el STRI para el cuidado animal.
En promedio, los transmisores estuvieron emitiendo cerca de dos semanas, aunque uno duró 69 días, durante los cuales una ballena madre nadó casi 6 mil kilómetros.
La información de 37 marcas que transmitieron durante al menos un día reveló los movimientos de 23 madres acompañadas de crías recién nacidas y 14 animales cuyo sexo no fue determinado.
Parte de la población de ballenas jorobadas de esta región se reproduce en el Archipiélago Las Perlas, en Panamá, y en el Golfo de Guayaquil, en Ecuador.
Los cerca de 60 mil kilómetros cuadrados del área de distribución del grupo en Panamá fueron aproximadamente el doble del tamaño de la zona de distribución del grupo que cría en Ecuador, unos 26 mil kilómetros cuadrados, lo que significa que las ballenas no son distribuidas al azar sino que muestran cierta fidelidad hacia el sitio, apuntaron los expertos.
Las ballenas mostraron movimientos de corto alcance por cierto tiempo, alternando con el movimiento de largo alcance, más rápido y dirigido, asociado a la época de migración.
“Gracias a los nuevos modelos espaciales que se utilizaron para evaluar el movimiento de las ballenas, pudimos diferenciar los comportamientos y medir la velocidad de las ballenas durante sus períodos reproductivos y migratorios”, comentó Félix.
“Nuestros análisis del rango de cría proporcionaron la primera visión en una escala muy fina sobre la distribución de ballenas jorobadas y el espacio costero que utilizan para la cría y la migración, particularmente para los pares madre-cría”, explicó.
Los científicos esperan que los mapas de distribución de densidad de su estudio sean considerados cuidadosamente por la industria petrolera y los gobiernos que planean la exploración sísmica en áreas costeras sensitivas a lo largo del eje de cría, desde Costa Rica hasta Perú, apuntó el STRI.
“Existe mucha evidencia científica que sugiere que esta actividad exploratoria afecta el comportamiento natural de los cetáceos, en particular cerca de las áreas de cría”, dijo Guzmán.
Las ballenas jorobadas alguna vez fueron cazadas casi hasta su extinción, pero desde la moratoria de la caza de 1966 las poblaciones resurgieron a más de 80.000 ballenas jorobadas en el mundo, a un ritmo de entre 6 y 10 % cada año, indicó el instituto.
Sin embargo, el número de terminales de petróleo y gas, plataformas marinas y nuevos puertos van en aumento, así como la contaminación costera, las actividades tradicionales como la pesca y el tráfico marítimo se intensifican.
Este estudio fue financiado por el STRI, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación de Panamá, el Fondo Candeo de la International Community Foundation y el Museo de Ballenas.
jpe