Relegada durante la presidencia de Barack Obama, la Luna está convirtiéndose de nuevo con el gobierno de Donald Trump en un destino de interés para misiones de exploración espacial más allá de la órbita terrestre, alentando la participación del sector privado.

Aunque el mandatario estadounidense ha abordado poco este tema en público, su entorno y extrabajadores de la NASA que ahora le asesoran han confirmado su interés por volver a la Luna a través de acuerdos con compañías privadas.

El multimillonario Elon Musk, propietario de SpaceX, y Jeff Bezos, dueño de Amazon y fundador de la empresa espacial Blue Origin, ya se han entrevistado varias veces con consejeros de Trump desde su victoria electoral.
"Ciertamente vuelve a haber un nuevo interés por la Luna en la administración Trump", señaló John Logsdon, exdirector del Space Policy Institute.

Algunos colaboradores del presidente trabajaron en el programa Constellation del exmandatario George W. Bush, que preveía volver a la Luna como primera etapa antes de lanzar una misión a Marte.

Pero Obama lo anuló al considerarlo demasiado caro y al apuntar que Estados Unidos debía centrarse en Marte, porque ya había estado en la Luna.

Según explicó Logsdon a la AFP, todavía hay personas "enfadadas" por considerar que "esta decisión fue un error".

"Si el gobierno de Trump logra salir del caos en el que está metido y consigue un presupuesto suficiente, veremos un proyecto espacial ambicioso sobre la Luna con alianzas entre el sector público y privado", afirmó.

Eric Stallmer, presidente de la Commercial Spaceflight Federation, que representa a los vuelos espaciales privados, lo corrobora.

"La administración Trump quiere hacer algo espectacular y audaz", explicó en conversación con la AFP.

El actual programa que la NASA está desarrollando, la lanzadera Space Launch System y la cápsula Orion para enviar astronautas a Marte, "es muy caro" y "no puede seguir sin la colaboración del sector privado", así como sin regresar a la Luna, contó el experto.

La NASA ya utiliza este tipo asociaciones con SpaceX para abastecer la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) y para transportar astronautas a partir de 2018.

"Sé que el sector comercial está determinado, en voluntad y visión, a ir a la Luna y más allá", aseguró Stallmer.

SpaceX anunció en febrero haber alcanzado un primer acuerdo para enviar a dos turistas a la Luna a finales del año que viene, aunque no dio a conocer por cuánto dinero.

La compañía de Elon Musk ya había informado de su intención de enviar una misión no tripulada a Marte en 2018, como antesala a las misiones tripuladas.

Jeff Bezos trasladó en enero a la NASA y al equipo de Trump su interés por que Blue Origin construya --en cooperación con la NASA-- una nave y un aterrizador lunar capaces de transportar carga y módulos habitables a la Luna.

Este proyecto, dado a conocer en marzo por el diario The Washington Post, propiedad de Bezos, tiene el objetivo de contribuir a "establecer colonias lunares", al considerar que "ha llegado el momento de que Estados Unidos vuelva a la Luna y que esta vez se quede".

El representante republicano de Oklahoma Jim Bridenstine, cuyo nombre suena para dirigir la NASA, dio hace poco su beneplácito a crear alianzas entre la agencia espacial y el sector privado para volver a la Luna, subrayando que el motivo principal es el agua.

Los polos lunares guardan millones de toneladas de hielo en sus cráteres.

Con este agua, oxígeno e hidrógeno líquido se podrá crear el carburante para las naves que en un futuro se usarán para ir a Marte, argumentó el congresista, al visualizar la Luna, que no tiene atmósfera, como una base industrial avanzada para explorar el sistema solar.

El suelo lunar también es rico en helio 3, un elemento no muy frecuente en la Tierra, que en un futuro podría convertirse en el carburante de las centrales nucleares de fusión controlada.

El éxito del concurso de la Google Lunar XPrize Foundation, que acaba de anunciar a sus cinco finalistas, entre ellos la sociedad estadounidense Moon Express, también confirma el creciente entusiasmo por la Luna.

El concurso premiará con 20 millones de dólares al participante que logre aterrizar sobre la Luna un robot.

jpe

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