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Por primera vez se logró detectar con mayor precisión el comportamiento previo y posterior de la explosión y muerte de una estrella de alta masa, mejor conocida como una supernova, ocurrida en una galaxia a 160 millones de años luz.
“Típicamente las encuentras uno o dos, tres días después, aquí el asunto fue que se detectó casi de inmediato, tres horas después y esto no había ocurrido antes", informó el investigador del Instituto de Astronomía (IA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), William Lee.
El doctor, quien formó parte del grupo internacional de científicos que logró recabar la información, aseguró que se trató “de una mezcla de suerte y de estar preparados”, lo que ahora permite dibujar con mayor precisión las etapas finales de la vida de las estrellas masivas, es decir, de más de ocho veces la masa del Sol.
"Se logra detectar que una de las últimas cosas que hace es volverse medio inestable previo al colapso, entonces empieza a expulsar a velocidades bajas las capas más externas y esto lo hace durante uno o dos años, es a la conclusión a la que llegamos”.
“Cuando explota lo primero que emite antes del material es un flash de luz muy potente e ilumina todo ese gas que la rodea y lo ioniza, al ionizarlo le da energía y luego ese gas se vuelve a enfriar y brilla”, detalló a Notimex el coordinador de la Investigación Científica de la máxima casa de estudios.
Aseguró que el espectro, los colores y los materiales pudieron ser observados en las primeras horas gracias al descubrimiento del proyecto iPTF (intermediate Palomar Transient Factory) en Monte Palomar, Estados Unidos, y la coordinación que se logró gracias a la alerta que emitió una red de telescopios en siete países.
México participó a través del IA y su Observatorio Astronómico Nacional en San Pedro Mártir con el telescopio robótico Harold L. Johnson y su cámara instalada RATIR, la cual siguió la evolución de la supernova por dos meses, expuso William Lee.
“La coordinación de tantos observatorios en cuestión de horas para sacar esta información fue fundamental y que estos telescopios ya sean robotizados y que no requieran que una persona que los mueva es un logro”.
La supernova se registró en octubre de 2013, sin embargo, la información fue recabada, aceptada y publicada por un artículo científico hasta este febrero de 2017.
jpe