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El exceso de ruido en el ambiente procedente de fuentes como el tráfico puede tener efectos negativos en los animales que dependen del sonido para comunicarse y obtener información sobre su entorno.
Un nuevo estudio publicado en The Condor: Ornithological Applications muestra que el ruido del tráfico hace que las aves respondan menos a las llamadas de alarma que de otro modo les alertarían sobre los peligros como los depredadores.
Los investigadores Megan Gall y Jacob Damsky, del Vassar College, de Nueva York, en Estados Unidos, estudiaron cómo el ruido del tráfico afectaba a las reacciones de los carboneros de capucha negra y el herrerillo bicolor a las llamadas de alarma de los herrerillos, que advierten a las aves de que un depredador está cerca.
Mediante el uso de altavoces instalados cerca de plataformas de alimentación cebadas con semillas para pájaros, se registraron las respuestas de las aves a tres grabaciones diferentes: llamadas de alarma solo, ruido del tráfico solamente y una combinación de los dos. El ruido del tráfico no disuadió a las aves de alimentarse, pero cinco veces más aves se acercaron a los altavoces cuando los científicos pusieron llamadas de alarma solamente en comparación con cuando se añadieron sonidos de tráfico.
"Se ha hecho mucho trabajo acerca de cómo el ruido antropogénico afecta a la producción vocal, pero ha habido mucho menos sobre la respuesta de los animales a las señales en presencia de ruido, subraya Gall. Además, mucho de este trabajo se centra en la canción, pero estábamos interesados en ver cómo el ruido podría afectar a las respuestas a una vocalización anti-depredador. Estas vocalizaciones son evocadas por la presencia de un depredador, por lo que están estrechamente vinculadas en el tiempo con un estímulo particular".
AUMENTA SU VULNERABILIDAD ANTE LOS DEPREDADORES
Los resultados de la investigación sugieren que el ruido del tráfico puede reducir la capacidad de las aves de escuchar una llamada de alarma, aumentando potencialmente su vulnerabilidad a los depredadores.
"El experimento de Gall y Damsky nos ayuda a entender cómo el ruido causado por el ser humano puede interferir en la transferencia de información entre los animales en los grupos sociales", subraya Rindy Anderson, experta en comunicación vocal en aves que no participó en el estudio.
"Es interesante que el comportamiento de forraje de los pájaros no se vio afectado en ninguna de las condiciones reproducidas, lo que sugiere que los efectos de comportamiento se debieron a la reproducción de llamadas que quedan ocultas por el ruido, en lugar del ruido simplemente aversivo", concluye.
jpe