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Las hembras de una especie de simios africanos incitan a los machos a luchar contra otros grupos rivales. Para ello recompensan a los valientes (les ayudan a eliminar piojos) y amenazan y hasta agreden físicamente a los que no reaccionan con violencia ante los rivales.
"Es la primera vez que se demuestra que otra especie, además de los seres humanos, es capaz de utilizar tácticas de manipulación, como el castigo o la recompensa", explicó Jean Arseneau, de la Universidad de Zúrich y quien estudió durante dos años a un grupo de estos primates. Las hembras reaccionan así cuando en la lucha hay comida en juego.
Se estudiaron monos vervet, que viven en África y son fácilmente reconocibles por tener la cara negra enmarcada por abundante pelaje blanco. Muchos ejemplares tienen un color verde-amarillento en el lomo.
Estos monos viven en grupo y las hembras participan en las batallas cuando está en juego la comida del grupo.
Un equipo de investigaciones estudió durante dos años a un grupo de monos que vive en una reserva en África. Los resultados de sus observaciones fueron publicados en la revista Proceedings of the Royal Society B.
Los expertos notaron que después de una pelea, las hembras usaban "una zanahoria o un palo" para incitar a los machos a que la próxima vez saltaran a la arena.
De forma más concreta, los monos que participaron en las peleas eran despiojados por las hembras.
A la inversa, chillaban y se acercaban de modo amenazante a los machos que se habían mantenido al margen y no habían peleado. A veces incluso los perseguían y los agredían físicamente.
Antes de atacar a un macho, que cuentan con la ventaja de tener un peso mayor, las hembras formaban "una coalición" de dos o más individuos para evitar riesgos, explicó Arseneau.
Y la estrategia era eficaz, ya que los premiados "seguían ayudando en las batallas sucesivas" y los castigados se unían a los combates.
"Las hembras usaban estas tácticas de manipulación cuando había comida interesante en juego, ya que necesitan alimentos para criar a su prole", dijo el científico.
Para los machos, en cambio, entraba en juego una estrategia reproductiva.
"Ser castigado puede degradar las relaciones sociales" con las hembras del grupo, destacaron los expertos en el estudio.
"A la inversa, ser recompensado puede reforzar los lazos y señalar a las hembras del grupo que el macho objeto de las atenciones es una pareja socialmente aceptable", agregaron.
jpe