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El encuentro entre los ancestros de los seres humanos con otras especies del género Homo, como el hombre de Neandertal o el de Denisova, ayudó a la adaptación a la vida fuera de África, sugiere un estudio divulgado hoy.
La investigación, publicada en el próximo número de la revista Current Biology, recoge la evidencia hallada por un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en la ciudad de Seattle.
Al salir de África, el homo sapiens se cruzó con especies como los neandertales y los denisovanos y tuvo una descendencia que se vio beneficiada con la herencia de estos últimos.
Gran parte de los fragmentos de ADN que todavía quedan de esos parientes lejanos casi no se registran con frecuencia, pero el nuevo estudio ha identificado 126 sitios del genoma humano en los que estas secuencias aparecen con una mayor asiduidad de la que podría esperarse.
De esas regiones identificadas, siete están vinculadas a características de la piel y, sobre todo, 31 al sistema inmune, uno de los puntos esenciales en el proceso de evolución adaptativa, pues permite enfrentarse a las distintas enfermedades.
"Nuestro trabajo muestra que la hibridación no fue solo una nota al margen de la historia humana, sino que tuvo consecuencias importantes y que contribuyó a la capacidad de nuestros ancestros a adaptarse a distintos entornos a medida que se dispersaban por todo el mundo", consideró Joshua Akey, uno de los investigadores, según reprodujo Cell Press, editora de la revista Current Biology.
Para los científicos, la evidencia indica que las secuencias siguieron presentes porque eran ventajosas para los ancestros de los hombres modernos.
La hibridación con el hombre de Neandertal o de Denisova, que habitaban en Europa y Siberia, respectivamente, fue para estos expertos "una forma eficiente para adaptarse rápidamente a los nuevos entornos que se encontraba" el homo sapiens al salir de África.
Para realizar este trabajo, los expertos utilizaron mapas genéticos recientemente elaborados de las secuencias del hombre de Neandertal y de Denisova identificadas en más de 1.500 personas, todas de distintos sitios.
En un futuro, los investigadores esperan conocer más sobre la influencia que tuvieron estos genes, en especial, sobre las implicaciones que podrían tener en las enfermedades.
Se cree que el homo sapiens se originó en África oriental entre 200.000 y 140.000 años atrás.
A esta especie, la única que aún perdura del género Homo tras la extinción del hombre de Neandertal hace 28.000 años, pertenece el ser humano moderno.
jpe