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Los expertos de la misión Rosetta no pierden la esperanza de que vuelva a dar señales de vida el módulo Philae, del que mañana se cumple el primer aniversario de su accidentado aterrizaje sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.
"En tanto, la sonda (Rosetta, de la que partió el módulo) se encuentra nuevamente a una distancia que permite el contacto. Esperamos que nuestro módulo aún se encuentre bien y se pueda comunicar", señala Stefan Ulmec, científico del Centro Aeroespacial Alemán (DLR) en un comunicado difundido.
Sólo si la constelación entre el módulo y la sonda es el óptimo, si Philae -que permanece en silencio desde el pasado 9 de julio- recibe la energía suficiente y su hardware no está dañado es posible establecer un nuevo contacto con la Tierra.
El 12 de noviembre del año pasado, Philae se posaba después de diez años de viaje y 6 mil 400 millones de kilómetros recorridos a bordo de Rosetta sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko tras dos rebotes "en un lugar tan escarpado que nunca nos habríamos atrevido a aterrizar allí", dice Stephan Ulamec, del DLR y jefe del proyecto.
"Recibimos la señal de que Philae estaba en contacto con el cometa, pero parecía continuar girando. Y eso no era posible si hubiera quedado derecho", recuerda el ingeniero del DLR Koen Geurts, responsable técnico del módulo los momentos de duda posteriores al instante de euforia por el primer aterrizaje.
Casi 20 años después de la primera idea para una misión de estas características, se hacía realidad el primer aterrizaje en la historia de un módulo sobre un cometa y eso ocurría a alrededor de 500 millones de kilómetros de la Tierra.
"Aterrizamos a Philae no sólo una vez, sino varias", señala Ulamec.
Las imágenes permitieron constatar que Philae se encontraba en una zona rocosa y más oscura de lo previsto, pero también que se encontraba bien, había salido ilesa de su espectacular aterrizaje y se encontraba lista para trabajar.
La carga de la primera batería del módulo permitió que 10 instrumentos pudieran realizar mediciones y enviar los datos a la Tierra hasta que unas 60 horas después entró en hibernación.
"Debido a la situación imprevisible, no se pudieron llevar a cabo todas la mediciones, ya que tuvimos que adaptar nuestro programa a las nuevas circunstancias en un tiempo muy breve. Pero todos los instrumentos enviaron datos", señaló Ulamec.
Philae volvió a dar señales de vida el 13 de junio, cuando su segunda batería pudo recibir la luz solar suficiente como para cargarse y reactivar el módulo.
Envió paquetes de datos en un total de siete contactos, que volvieron a interrumpirse el 9 de julio pasado.
kal