Los investigadores que tratan de averiguar por qué algunos huracanes alcanzan proporciones catastróficas cuentan con un nuevo laboratorio que les permite generar condiciones de tormentas tropicales activando un interruptor.

El laboratorio funciona en la Escuela Rosenstiel de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami. Tiene un tanque de acrílico de 23 metros (75 pies) de largo y 2 metros (6,5 pies) de alto. En su interior, 38 mil galones de agua de mar pueden ser agitados por un ventilador de mil 700 caballos de fuerza que puede crear condiciones de huracanes de categoría 5 con vientos superiores a los 250 kilómetros por hora.

En el cielo raso del laboratorio se han instalado sensores para registrar las condiciones en el tanque. Esto permitirá ajustar los satélites que se utilizan para observar las tormentas reales, afirmó el director del laboratorio Brian Haus.

"Los satélites, aunque observan un área realmente amplia, son sensibles a pequeños detalles en la superficie. Cuando se llega a condiciones extremas no sabemos exactamente qué es lo que ve el satélite: reflejos sobre el agua, burbujas u ondas breves", advirtió.

Mediante el estudio del modo en que los vientos huracanados agitan la superficie del agua de mar, los investigadores esperan mejorar las observaciones de los satélites, boyas oceánicas, drones y otros sensores lanzados desde aviones "cazahuracanes".

Los huracanes son impulsados por las aguas cálidas y algunos de sus efectos no pueden ser observados por precisión.

Por eso los investigadores están probando también pequeños drones para penetrar las zonas tormentosas oscurecidas y complementar los registros de las boyas, sensores submarinos y satélites.

Los expertos creen que comprender el papel de los pequeños elementos que inciden en la transferencia de energía desde el océano hasta la tormenta puede determinar por qué algunas tormentas amainan y otras desencadenan toda su furia.

La predicción del paso de las tormentas ha mejorado significativamente en las dos últimas décadas reduciendo el llamado "cono de incertidumbre", pero los meteorólogos no han avanzado demasiado en el pronóstico de la fuerza de un huracán.

Las observaciones del laboratorio de Miami serán vitales para mejorar el pronóstico de intensidad de las tormentas tropicales, afirmó Rick Knabb, director del Centro Nacional de Huracanes en Miami.

La temporada de huracanes en el Atlántico comienza el 1 de junio.

kal

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