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A cuatro años de que inició la presente administración, el sexenio de Enrique Peña Nieto se caracteriza como el periodo de la historia reciente con una abultada deuda que crece más que la economía, según analistas, académicos y especialistas.

Para algunos, de no atenderse el problema, puede ser un lastre para el crecimiento, mientras que para otros el riesgo es que resurja una crisis de deuda como ocurría en el pasado.

Fue por el tema de la deuda pública que calificadoras como Moody’s y Standard & Poor’s pusieron la lupa sobre la evolución de las obligaciones de pago de México y decidieron cambiar la perspectiva a negativa en el preciado grado de inversión que se ganó el país tras la aprobación de las reformas energética y de telecomunicaciones.

A dos años de que México obtuvo el upgrade de las tres principales calificadoras, está en riesgo de caer de categoría con el cambio de perspectiva de la nota de estable a negativa.

Las luces amarillas de al menos dos de las agencias valuadoras, son alertas que lanzaron para que no siga aumentando la deuda pública y el pago de intereses más de lo esperado; además, apareció en escena la crisis financiera de Petróleos Mexicanos, a la que el gobierno ha tenido que capitalizar para sortear la baja en los petroprecios.

La deuda pública cerró en 34.3% como proporción del PIB en 2012. Para este año se prevé que concluya en 48.5%. Mientras que el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público, la expresión más amplia de la deuda, pasó en ese mismo lapso de 37.7% a 50.5% del PIB.

Pastel chico. El investigador del CIDE, Raúl Feliz, dice que aunque moderado, el nivel de deuda en México es elevado para la capacidad de pago del país, pues la recaudación, pese a la reforma fiscal, es baja respecto al Producto Interno Bruto (PIB).

Sin voltear tanto, como al sexenio de López Portillo, afirma que estamos en el periodo de la historia moderna en el que más ha crecido la deuda.

Coincide la directora del Observatorio México ¿Cómo Vamos?, Valeria Moy, quien refiere que se está tan mal como en los 70 y 80 cuando reinaba la indisciplina en la deuda, pero este gobierno rompió la estabilidad.

“No estamos en niveles preocupantes, pero ya nos dieron un jalón de orejas las calificadoras”.

Este será de los sexenios caracterizados por una alta deuda pues no será fácil controlarla en los dos años que faltan, justo el tiempo que dan calificadoras al gobierno para estabilizarla respecto al tamaño de la economía y no perder la buena nota, opina.

Explica que el punto es la relación de la deuda-PIB, porque las obligaciones contraídas por el sector público crecen más que la economía, y al suceder esto, significa que pedimos más recursos de lo que producimos.

“Si el PIB va creciendo, la deuda se va haciendo más chica; es decir, el pastel no está creciendo”, advierte.

Para Marcelo Delajara, investigador del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, no se vale que se tache a esta administración como la más endeudada porque el repunte inició en 2005.

“No creo que sea el sexenio del endeudamiento, es injusto echarle la culpa a este gobierno; se acentuó con Calderón”, señala al admitir que a diferencia de años recientes, hay poco margen de maniobra del gasto público, “está al filo del cuchillo” o bien “atado de manos”.

El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados sacó un análisis de la evolución de la deuda de 2010 a 2016, en el cual hace un llamado al gobierno federal a ser prudente en su propuesta de límites de endeudamiento para 2017.

No fue precipitado. Moody’s fue la segunda agencia que le dio el grado de inversión a México, en febrero de 2014, y luego la mejoró en mayo de ese año con una calificación de A3, el grupo más alto de su escala, cuando el analista que seguía los pasos al riesgo soberano del país era Mauro Leos.

Ahora es Jaime Reusche. Él fue quien propuso poner el outlook negativo a la nota mexicana que fue aprobado tras el análisis y discusión en la reunión del comité de Moody’s, dato que se dio a conocer en marzo.

Reusche alerta que si se deja que la relación deuda-PIB pase de niveles de 40% a 70%, entones puede ser un lastre para la economía.

“No estamos diciendo que la deuda es insostenible, sino que se pierde vuelo dentro del grado de inversión, se empiece a ver no tan notable la calificación de México”, expone.

Mauro Leos defiende las razones por las que se le dio el upgrade a México. “No fue precipitada. Yo estaba a cargo cuando se hizo el movimiento. Hay dos razones importantes, una: las reformas estructurales” dijo.

Beneficio de la duda. La calificadora HR Ratings ve que no es tan positivo el aumento de la deuda de 47% a 50% del PIB que proyecta la Secretaría de Hacienda, pero si hubiera seguido la misma tendencia sin reducir de 3.5% a 3% los requerimientos financieros del sector público, les preocuparía.

El director de análisis, Félix Boni y el asociado Alfonso Sales, dicen que más que darle el beneficio de la duda a Hacienda, van a esperar los Criterios Generales de Política Económica de 2017 incluidos en el paquete económico para una revisión detallada.

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