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De 2008 a nuestros días, hemos presenciado dinámicas muy complejas en el marco de la globalización. Así lo demuestran las turbulencias de orden económico que han impactado fuertemente las expectativas de las empresas para el desarrollo de sus actividades globales.
A ello se suman la situación geopolítica y el terrorismo como parte de un entorno de complicaciones ampliamente difundidas en los mercados de bienes y servicios, que hacen más complejo el ambiente para los negocios internacionales.
Con este referente, la Organización Mundial de Comercio estima que el crecimiento del intercambio global para 2016 estaría ubicado en un 2.8%, cifra exactamente igual a la de 2015. Este indicador —no obstante de incremento— muestra que el impacto de dichas dinámicas se suma a las dificultades que experimentan las economías de América del norte, Europa y Asia, haciendo notorio que el comercio internacional se encuentra debilitado.
Adicional a ello, acontecimientos que dan un rostro radical a la globalización de nuestra época como la reciente decisión de Gran Bretaña de abandonar la Unión Europea, así como los eventuales cambios que podrían darse en el poder político en los Estados Unidos, modificarán sin lugar a dudas, el entorno internacional.
Estas circunstancias se agregan a los desafíos que deben enfrentar las empresas que participan con sus productos y servicios en la economía mundial.
Dado que en estas tendencias se asoman también fuertes rasgos de aislacionismo y proteccionismo que impacta el clima de negocios, es prudente desarrollar alternativas e innovaciones para superar estas complicaciones pues se convierten en barreras que afectan los intereses de las empresas en los mercados del mundo. De algún modo, ante formas ya consolidadas para llevar adelante sus actividades externas, las empresas con una orientación global deben construir nuevas plataformas de competitividad que les permitan mantenerse con grandes bríos.
En el caso de las empresas mexicanas que mantienen una participación en los mercados internacionales, cabe destacar que su capacidad para la realización de negocios, inversiones, desarrollo de proyectos y actividades de comercio exterior ha sido un pilar de gran experiencia para aprender y desenvolverse —durante los últimos años— en un entorno cambiante de ganancias y pérdidas.
El Sistema Empresarial de Información Mexicano (SIEM) registra que al 2016 unas 17 mil empresas de nuestro país realizan operaciones de exportación e importación utilizando principalmente los acuerdos que nuestra nación mantiene suscritos con más de 45 socios comerciales, así como su integración en la proveeduría y otras formas de colaboración mundial.
En el Top 10 de compañías de México que sobresalen en actividades internacionales, Forbes reporta que estas participan en sectores como la química, cementos, comunicaciones, alimentos, petroquímica, bebidas y también servicios de entretenimiento. A estas se agregan las del sector automotriz, productos electrónicos, manufacturas y petróleo.
Su desempeño global ha sorteado todo tipo de adversidades y también momentos de bonanza por lo que la coyuntura actual propone reflexionar sobre cómo dar los siguientes pasos para llevar adelante sus actividades en el corto y mediano plazo.
Tomando en cuenta las dinámicas mencionadas, es necesario asumir que las prioridades a considerar —en lo inmediato— por parte de las empresas mexicanas, deben centrarse en el seguimiento puntual de las transformaciones que se desarrollan en el orden geopolítico, tecnológico y competitivo, ya que éstas inciden en las capacidades para la realización de negocios e influyen en la demanda de sus bienes y servicios.
Por lo anterior, es prudente recomendar en lo interno, avanzar en el replanteamiento estratégico, la digitalización de procesos y operaciones, el fortalecimiento de la productividad y la optimización en sus actividades de logística. En lo externo, serán relevantes el desarrollo de relaciones ad hoc, el impulso del comercio electrónico, el aprovechamiento de reformas en los mercados del mundo, así como impulsar su capacidad de adaptación para mantenerse, los cuales son aspectos clave para lograr buenos resultados.
En lo que resta de 2016, y con miras hacia el futuro, las empresas de México con presencia mundial, tienen el reto de experimentar una globalización cada vez más radical, con nuevos componentes y necesidades que deben atenderse con estrategias más audaces. Se requerirá de una visión de acoplamiento y flexibilidad ante cambios bruscos e inesperados, tanto en el país como en el exterior.
Académico de la Universidad del Valle de México.