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La innovación tiene muchas formas. Y una de ellas es la que se hace de afuera hacia dentro de las organizaciones. A ésta se le denomina emprendimiento corporativo y consiste en una colaboración entre startups y corporativos con el objetivo de que ambos ganen. Es, o debería ser, una colaboración ganar-ganar. Los primeros al obtener mentoría y recursos (entre otros beneficios) y los segundos a través de innovación y mejora de procesos.
Sin embargo, en México, a diferencia de países como Estados Unidos, este tipo de emprendimiento avanza lento. Y es que una buena parte de las organizaciones están aún escépticas de lo que este modelo puede traerles de ventaja y son reacias a participar en esquemas de colaboración.
“El emprendedor va rápido y el corporativo va lento. No es para todas las empresas porque en muchas su cultura choca con el acto de emprender. Sin embargo, esas mismas organizaciones son las empresas que están muriendo hoy”, explica Gustavo Huerta, CEO y fundador de Bluebox Ventures, una red de incubadoras, aceleradoras y fondos de inversión corporativa que desde hace cinco años se dio a la tarea de conectar corporativos con emprendedores a través de la creación de programas de aceleración.
Hoy esta red trabaja con Cinépolis, Volaris, Alestra, Grupo Expansión, el Consejo Nacional Agropecuario y otras empresas que sí están dispuestas a innovar a través del emprendimiento. Para 2020 tiene como meta trabajar con 10 de las 500 empresas más importantes de América Latina.
¿Cuál es la importancia de conectar a los emprendedores y a los corporativos?
—Los directivos tienen una gran cantidad de conocimiento acumulado. Un director ya fue a Stanford a hacer su maestría y ha tomado una gran cantidad de cursos y de decisiones. Así que en Bluebox nos empezamos a cuestionar en dónde terminaba el conocimiento, si solamente en el corporativo y los directivos e iban a casa a descansar o si era posible hacer algo más.
Entonces empezamos a plantearnos que ese conocimiento también se podía transmitir a alguien más, en este caso, a los emprendedores. Así los directivos podrían regresar conocimiento a la sociedad, no únicamente en forma de responsabilidad social sino como apoyo a los emprendedores. Del otro lado, del de los emprendedores, veíamos lo difícil que es que le vendan a un corporativo. Tú mandas un correo y se pierde. En México si no es a través de palancas, no llegas.
Entonces con estas dos propuestas, planteamos que Bluebox fuera el catalizador entre ambas partes y fuese más fácil para el emprendedor encontrar el momento en el cual pudiera acercarse a los tomadores de decisiones. De ahí, seleccionamos a los corporativos que sí permiten innovar.
¿Qué hace Bluebox?
—Lo que hacemos en Bluebox es crear estos programas en los que el corporativo recibe innovación a través de los emprendedores y a su vez éstos pueden comercializar sus productos. También se abre la oportunidad de que el corporativo se vuelva socio, inversionista o aliado de la empresa.
Lo hacemos con más de 10 corporativos. Cinépolis fue nuestro primer proyecto y lo hacemos con Axtel, Alestra, Grupo Expansión, entre otros. Desde hace cinco años les damos mentoría, financiamiento, contactos y además lo tratamos de hacer divertido.
¿Qué tan abiertos son los corporativos para compartir su conocimiento?
—La cultura de los corporativos es muy cerrada y muy pocos están abiertos a compartir conocimiento. Yo me siento a la mesa con muchos, ya sea que nos busquen o nosotros los buscamos. Y te dicen que no va a funcionar porque no creen en el emprendimiento. Creen que los emprendedores son informales porque no visten de traje.
El emprendedor va rápido y el corporativo va lento. No es para todas las empresas porque en muchas su cultura choca con el acto de emprender.
Sin embargo, esas mismas organizaciones son las empresas que están muriendo hoy.
Existe Airbnb y la industria hotelera está temblando. Existe Uber y los taxis tradicionales tiemblan.
Nosotros les decimos a los corporativos, ¿Quién es tu próximo Airbnb? ¿Quién es tu Uber? Estás en la flojera, vendiendo mucho desde tu gran corporativo pero va a llegar un emprendedor de tenis a tirarte el negocio.
En una de mis presentaciones explico cómo Telefónica con 55 mil empleados genera la misma ganancia que genera Whatsapp que con 55 empleados. Y cómo ésta última le quitó el negocio del texto a las telefónicas. 55 contra 55 mil. Hacer esto es necesario.
En Estados Unidos todos lo hacen. Los Dodgers tienen su aceleradora, Nike tiene su aceleradora, es lo más común. No es ni responsabilidad social, es una obligación. Y en México muy pocos corporativos están abiertos a este tipo de emprendimiento.
¿Así que hay mucha reticencia de los corporativos?
—Sí, mucha. Los bancos han empezado a abrir las oportunidades, pero van lento. A pesar de eso, ellos son los que por la capacidad económica van más avanzados en este tema. Bancomer, Banregio, Banamex tiene un premio. Sin embargo, hay empresas que lo ven como un gasto innecesario.
¿Has visto muchas caras largas en los corporativos?
—Sí. Y les digo, ¿Te lo regalo? Y te contestan que no. “En verdad el año que entra”, te dicen. Algunas organizaciones reticentes son las aseguradoras. No le entienden bien todavía pero necesitan meterse al insuretech (viene de las palabras seguros y tecnología en inglés). Algunas embotelladoras piensan en los emprendedores como “pobres” y por eso piensan que tendrían que ayudarlos. No se dan cuenta de que ellos les regresan también algo a cambio. Las embotelladoras gastan millones en mercadotecnia en eventos como, por ejemplo, la Champions. Pero un programa de estos les cuesta trabajo entenderlo.
¿Falta un cambio de mentalidad al interior de esas organizaciones?
—Sí, porque lo único que quieren de retorno es mercadotecnia. Que hablen bien de ellos y compren sus productos. Otras empresas buscan en realidad la manera de innovar y de mejorar la experiencia de sus clientes. Necesitamos más empresas que piensen así y que sepan que tienen retos qué resolver, y que dejen que otras personas les ayuden, como Volaris, por ejemplo. Es la mentalidad de quien las dirige.
¿Cuáles serían tus recomendaciones para los emprendedores que se quieren acercar a un corporativo?
—La recomendación es que se acerquen a este tipo de programas corporativos porque las empresas sí pueden morir en el intento. No tiene nada de chiste sacar un correo de un corporativo porque te metes al sitio de internet y ahí lo encuentras, pero que te contesten sí es un problema.
Otra recomendación es que se traten de conducir de la manera más formal posible en vestimenta y trato, porque al final del día el cliente no es un millennial. Es necesario que se note el profesionalismo en el acercamiento. En México no hay tanta apertura.
¿Cómo ves el trabajo que los corporativos hacen hoy con emprendedores?
—Hoy se utiliza al emprendimiento como bandera. Las televisoras, por ejemplo. Los utilizan como una forma de captar más audiencia porque se dieron cuenta que son mediáticos. Las televisoras dijeron “de aquí soy” y entonces han empezado a tener iniciativas. Algunas, lejos de sumar, lo que generan en el emprendedor es exposure; le generan cierta fama pública pero no terminan de concretar sus productos ni de conseguir inversión. Tú puedes ver cómo muchas televisoras ya tienen su canal que habla de emprendimiento. Llega ya Sony con su propuesta tropicalizada de Shark Tank. No sabemos si suma o no, pero es necesario que sean más transparentes en la información que dan. Al final es un corporativo. ¿Cuál es la finalidad? ¿Generar una audiencia? ¿Mejorar su raiting? ¿Realmente ayudar a los emprendedores? El utilizar al emprendedor como un medio más que como el fin último de lo que uno hace está mal. O que una refresquera los utilice como tema de responsabilidad social, es delicado. Tienen que ser muy explícitos. Para bien y para mal, porque a lo mejor están haciendo cosas increíbles, pero lo tienen que aclarar. Los corporativos no deben ver el lado mediático sino realmente por el lado de la innovación.
¿Hay malas prácticas?
—Nosotros estamos muy en contra de pedir equity o de cobrarle a los emprendedores. A veces los corporativos piden porcentajes. Es una mala práctica. Los emprendedores tienen que fijarse qué firman con los corporativos.
Hay que leer bien. Por su parte, los corporativos tienen ser muy transparentes, tienen que ofrecerle mucho al emprendedor antes de que éste les ofrezca algo a ellos.
Hay algunas iniciativas que piden que al entrar les den 10%, porque ellos argumentan que le van a dar varias cosas a la startup. Pero esto es como un matrimonio. No puedes casarte con alguien que no conoces, así que el emprendedor tiene que saber bien con quién se casa.
Hay quien estila pedir porcentaje sin dinero pero así ya lo tienes de por vida ahí en tu empresa. Vienen cargando un lastre, “Tengo 5% de Fulanito de tal”, te dicen. “¿Y te dio dinero?”, les preguntas. Y ni siquiera. Entonces esto ha afectado el emprendimiento.