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A una organización, le conviene tener mujeres entre sus filas. No sólo por cubrir una simple cuota, sino porque al hacerlo estará apostando por mejorar a todos los niveles, incluido el de las ganancias económicas. Las mujeres son un activo muy importante para las organizaciones. Sin embargo, todavía hoy el mundo laboral para ellas no es igual que para los hombres. Ellas son menos en cantidad, ocupan menos puestos directivos y además, ganan menos.
Se le ha llamado “techo de cristal” al fenómeno en el que ellas no pueden acceder a la cumbre de los puestos laborales altos. Este fenómeno es común alrededor del mundo. De hecho, el término fue acuñado en Estados Unidos e incluso uno de los primeros esfuerzos en este sentido fue realizado en ese país al crear la Federal Glass Ceiling Commission. Y México no es una excepción en el tema.
En lo que toca a nuestro país, sólo entre 5% y 10% de las posiciones del consejo de dirección de una empresa está ocupado por mujeres. Sólo 3 de 10 puestos de gerencia senior están ocupados por ellas. Y las posibilidades se reducen conforme sube la escalera corporativa. Sólo hay 32% de posibilidad de que un jefe sea del género femenino, según el estudio Las mujeres en los negocios y la gestión: Ganando impulso, de la Organización Mundial del Trabajo.
“Hoy más que nunca, más mujeres son gerentes y dueñas de negocios, pero existe una escasez de mujeres en la cima de la escalera corporativa”, señala el análisis.
Esto sólo por hablar de la cima corporativa. En general, las mujeres están poco representadas en el mundo laboral. Un estudio de la consultora Mckinsey encontró que a la tasa de progreso de los últimos años, tomaría más de 100 años a las corporaciones de Estados Unidos el alcanzar la paridad de género.
Hoy, en México, se encuentra desaprovechada la productividad y mano de obra de cerca de cinco millones y medio de mujeres de entre 15 a 29 años que en vez de trabajar en el pico de su edad productiva, se dedican exclusivamente a cuidar hijos y padres, de acuerdo con cálculos de la Universidad Iberoamericana. Y vaya que las empresas las necesitan.
No sólo porque ellas permiten un ambiente más colaborativo y que favorece el establecimiento de acuerdos, sino porque el que ellas estén en una empresa también la beneficia en términos económicos.
¿Hay un vínculo entre diversidad de género y desempeño financiero? Esta pregunta se la hizo Catalyst, organización que busca la inclusión de mujeres en el trabajo, y la respondió en el estudio La línea de fondo: Conectar el rendimiento corporativo y la diversidad de género.
Los resultados de este análisis fueron muy alentadores para la inclusión femenina. Las empresas con una representación más alta de mujeres en los equipos más altos en la cima corporativa experimentaron un mejor desempeño financiero que las que tenían menos.
Esta investigación demostró que en las compañías con más mujeres tenían una rentabilidad financiera 35% mayor y un retorno total a los inversionistas de 34% más que las que no tenían tantas mujeres en sus filas.
No hay diferencia por industria. En cada una de las cinco analizadas, las empresas con más mujeres reportaron más rentabilidad financiera que las que no las tenían en sus filas.
¿Qué pasaría si se redujera la brecha?
La consultoría McKinsey realizó un estudio con el objetivo de demostrar la importancia de reducir brecha de género el cual resultó revelador. Encontró que si cada país redujera esta brecha de género a la misma tasa que lo hace el país que mejor lo hace en su región, el mundo podría sumarle a su Producto Interno Bruto 12 miles de millones de dólares para 2025.
Esto representa 11% más de lo que generaría normalmente. En un mundo funcionando con un “potencial completo”, es decir, en el que las mujeres participaran en la economía de manera idéntica que los hombres, se podría crecer el PIB en 28 miles de millones, es decir, 26% que lo que se genera en el escenario normal.
Es una necesidad para las empresas tener a mujeres para obtener los beneficios que trae la diversidad. Es uno de los lineamientos que plantea un estudio de la consultoría PwC pero que en realidad, puede leerse en varios estudios hechos al respecto, los cuales evidencian, que el que ellas formen parte no sólo de los puestos directivos sino en general que sean parte del mundo del trabajo, le trae a las organizaciones muchos beneficios.
El MIT Center for Collective Inteligence, parte del Massachusetts Institute of Technology, hizo un estudio en el que le pidió a varios equipos de individuos entre 18 y 60 años que resolvieran una prueba estándar de inteligencia. Y de acuerdo con su desempeño se les asignó una calificación. El resultado fue que en los equipos en los que había miembros con un IQ más alto, no hubo calificaciones mayores, mientras que en los que había mujeres sí hubo un aumento.
Es decir, que en los factores que se podría pensar que tendrían una influencia en los resultados tales como precisamente el IQ de sus miembros, la cohesión del grupo y su motivación, en realidad no están relacionados con la inteligencia colectiva, mientras que la presencia de mujeres sí. Los equipos con mujeres son más inteligentes, señalan Anita Woolley y Thomas W. Malone —los autores del experimento— en el texto en el que explican sus resultados. Esto se debe a la sensibilidad que aportan ellas.
En este sentido, los grupos necesitan tener personas con una sensibilidad alta porque esto favorece a la creación de ambientes colaborativos que mejoran el desempeño del grupo. Y las mujeres aportan en mayor medida que los hombres este ingrediente.