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El dragón chino sobrevuela las tasas de crecimiento más bajas en los últimos 25 años y, al representar más de 13% de la economía mundial, siembra temor a todos. No es para menos, la segunda economía más grande del mundo y la principal potencia comercial es el mayor consumidor de materias primas a escala global.
De acuerdo con la Academia de las Ciencias Sociales de China, en esa nación habitan mil 370 millones de personas, de las cuales 240 mil, equivalente a 18% de la población, representan a la clase media. Esto convierte a ese mercado en el más grande del mundo.
La población china es la principal consumidora en el mundo de granos, carnes, acero y carbón, de acuerdo con la Organización Mundial de Comercio.
Así, la desaceleración de China ha propiciado menor demanda de materias primas, motivando el descenso de sus precios. Esto afecta negativamente a naciones con alta dependencia del comercio de commodities, principalmente las asiáticas y Brasil.
El 11 de agosto, luego del desencanto en los mercados que generaron resultados de comercio exterior e inflación y que apuntaron a una desaceleración económica más severa, las autoridades del país asiático permitieron una devaluación mayor de su moneda, con el objetivo de hacer más competitivas sus exportaciones para que éstas logren fungir como palanca de crecimiento.
En el corto plazo, las medidas adoptadas por el gobierno de Pekín van a generar problemas comerciales, especialmente a Estados Unidos y a la Unión Europea, mientras que en el largo plazo ocasionarán lo mismo en países como México, opinó Enrique Dussel, coordinador del Centro de Estudios México-China.
“Se están acumulando una serie de tensiones en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, que generan preocupación internacional”, consideró.
El gobierno chino se comprometió a que en el quinquenio 2011-2015 su economía iba a crecer en promedio 7% anual, lo que cada vez luce más complicado, pese al arsenal de estímulos del que dispone, comentó.
A Estados Unidos no le gustó la medida cambiaria en China porque ahora el gigante asiático ofrece productos aun más baratos, lo que representa “una guerra de divisas”, consideró Sergio Garduño, analista económico de Consultores Internacionales.
En opinión de Alberto Carillo, analista senior de mercados asiáticos de Signum Research, las medidas del gobierno de Pekín confirmaron el temor de una desaceleración económica más severa.
Consideró, sin embargo, que en la medida que el gobierno chino liberalice los mercados se irán evitando sorpresas a nivel global en torno a las condiciones del gigante asiático.
Carillo comentó que el banco central de China, en su intento por afianzar su credibilidad, puede seguir flexibilizando todavía más su tipo de cambio, aunque descartó que logre llegar a niveles superiores de 6.7 yuanes por dólar en lo que resta de este año.
Ayer acabó en 6.3845 unidades, su peor nivel frente al dólar desde el 26 de julio de 2012, luego de tres jornadas consecutivas a la baja, en las que acumuló una devaluación de 2.83%.
“Con la medida cambiaria de su gobierno, China está subsidiando el consumo del mundo con sus productos,” expresó Alejandro Cervantes, economista senior de Banorte, quien ve probable una recuperación de la economía del gigante asiático.
Consideró que algunas políticas que puede instrumentar el gobierno de Pekín para impulsar el desempeño económico consisten en establecer un techo a los salarios y seguir devaluando su divisa.
Alejandro Cervantes opinó que con lo anterior las empresas en China pueden incrementar su plataforma de producción sin tener presiones salariales.