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El miércoles, el presidente Donald Trump dio marcha atrás en una política atroz de separar a familiares que llegaron juntos a la frontera, creando una generación de huérfanos legales que podrían durar años sin volver a ver a sus padres. La presión política y del público en general llegó a un nivel en el que no podía sostener una política que generaba un rechazo generalizado y dividía hasta a su propio partido. Pero hay razones para creer que esta historia no ha terminado y que vienen acciones con las familias migrantes que son sólo un poco menos preocupantes.
Empezó a circular la idea de separar a las familias que eran detenidas cruzando la frontera sin documentos poco después de que Trump asumió la presidencia.
La mayoría de migrantes indocumentados que llegan a la frontera ahora son centroamericanos, no mexicanos, y los menores de edad, por ley, tienen que recibir un tratamiento especial que no permite que sean deportados inmediatamente. Además, si las familias piden asilo político, como muchos hacen, su caso puede durar hasta 2 o 3 años. Sin embargo, una decisión judicial requiere que menores no estén en detención más de 20 días. Por lo tanto, la administración Obama decidió que para acatar estas reglas, dejaba en libertad a las familias mientras duraba su proceso legal. Algunos de los migrantes no llegaban a su audiencia judicial de asilo y se volvieron parte de la población indocumentada permanente en EU.
El entonces secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, ahora el jefe de asesores del presidente, no estaba del todo incorrecto en que esto creaba un incentivo para que más familias migraran, y si bien uno puede tener simpatías con personas que desean mejorar su situación de vida, no todos calificaban para asilo político ni podían llegar a tener un estatus legal.
Los países pueden decidir ser generosos en sus políticas migratorias, pero no pueden tener fronteras completamente abiertas, un problema que México también está enfrentando en estos momentos, y cualquier gobierno que resulte de las elecciones del 1 de julio también tendrá que considerar su propia política de control fronterizo.
En el caso de EU, la solución a este problema requiere una revisión profunda del sistema de asilo político para que los casos se decidan en periodos más cortos. También hay evidencia de que los solicitantes de asilo que tienen un abogado acuden a sus audiencias en vez de convertirse en población indocumentada. Pero esta solución —mejorar el proceso de asilo y proveer asesoría legal— requiere un acuerdo político con el Congreso y tardaría unos meses, por lo menos, en surtir efecto. Sería una solución duradera y justa, mas no inmediata.
Como bien sabemos, el inquilino de la Casa Blanca no es un hombre paciente y quiere resultados inmediatos. Si bien el número de migrantes que cruzan la frontera está en niveles históricamente bajos, él se enojó por un incremento mínimo que se dio en los últimos meses (pero que siguen siendo muy parecidos al número de hace dos años, que ya era un número bajo) y lo declaró una crisis nacional. Como había basado su campaña en cerrar la frontera a los indocumentados, es un tema que le obsesiona a él y a su base política.
Así que el fiscal general declaró una política de “Tolerancia Cero” que requiere que se procese a todos los adultos indocumentados como criminales, y la Secretaria de Seguridad Nacional decidió que esto requería declarar a los hijos menores “menores no acompañados” porque sus padres entraban al sistema judicial, una medida brutal y además sin ningún proceso para la reunificación posterior.
La nueva política de mantener juntas a las familias mientras los padres pasan por un proceso judicial es un poco más humana, pero abre interrogantes. ¿En qué condiciones van a mantener a estas familias encarceladas? ¿Por cuánto tiempo? ¿Van a agilizar los procesos de asilo político para que no duren dos o tres años adentro? El diablo está en los detalles. La decisión de no separar a familiares es, por ahora, una buena noticia y quizás Trump y su equipo han aprendido algo sobre los límites de lo que pueden y deben hacer. Sin embargo, esta historia aún no se acaba, aunque Trump diga que sí.
Presidente del Instituto de Políticas Migratorias