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Difícilmente podríamos encontrar otro ejemplo de perversión política que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), porque sus líneas de acción incluyen el chantaje, el secuestro de funcionarios públicos, la quema de archivos oficiales, el bloqueo de vías de comunicación... Los profesores que se dicen “democráticos” secuestran y saquean transportes, asaltan las oficinas del SNTE (la organización que representa a los maestros que sí enseñan) y, lo más grave: lastiman a los niños más pobres, aquellos para quienes la educación pública es casi la única vía para salir de la pobreza.
En estos días, integrantes de la Coordinadora en Michoacán han desplegado una serie de acciones que impugnan el desgobierno de Silvano Aureoles (el perredista más peñista), y para ello no buscan quién se las hizo sino quién se las pague: bloquean las vías férreas, paralizando trenes e inmovilizando miles de contenedores y toneladas de productos. Los costos para las empresas y la sociedad son incalculables. Y, como lo estilan otros “luchadores sociales”, para defender su proceder citan de memoria fragmentos del texto constitucional, ésos que hablan de los derechos a manifestarse y de petición, pero omiten que esos derechos tienen límites que establece la propia Constitución:
Artículo 6o. La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público…
Artículo 9o. […] No se considerará ilegal, y no podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto, a una autoridad, si no se profieren injurias contra ésta, ni se hiciere uso de violencias o amenazas para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desee.
Artículo 17. Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho.
Sin embargo, frente a los atropellos de la CNTE, López Obrador anuncia que no utilizará la fuerza pública. “No voy a dar la orden de reprimir; la opinión pública será mi fuerza”, el presidente desconoce que el uso legítimo de la fuerza no es represión y, por otra parte, parece ignorar que la Ley de Vías Generales de Comunicación le otorga competencia exclusiva al gobierno federal en la materia y, finalmente, que el Código Penal Federal en su Artículo 167 establece sanciones para quienes impidan el paso o descarrilen una locomotora.
En el gobierno de Peña Nieto se pueden identificar tres momentos con diferentes líneas de acción para “enfrentar” a la CNTE. El primero instrumentado por su compadre Luis Enrique Miranda: la política del billetazo para apaciguarla cediendo a sus pretensiones; no solo no los amansó sino que exacerbó sus exigencias, mientras Emilio Chuayffet (titular de la SEP) aparecía como convidado de piedra.
El segundo momento fue con la llegada de Aurelio Nuño a la SEP e incluyó el actuar sincronizado de diversas dependencias federales para someterlos: la SEP, Gobernación, Hacienda, PGR y Cisen; la estrategia permitió recuperar el IEPO en Oaxaca, imponer descuentos y dar de baja a los faltistas y encarcelar a algunos de sus líderes; pero todo lo logrado se frustró tras el operativo fallido de la Policía Federal en Nochixtlán.
El tercero fue el de la capitulación: navegar de a muertito hasta entregar el mando.
Hoy estamos, como hace más de 30 años, ante un movimiento dirigido por una camarilla nefasta, una verdadera calamidad para la educación pública, la niñez, el sector productivo y el sistema político. “Pero lidiar con ellos —escribí aquí el 18 de octubre—, reclama, además de inteligencia estratégica, mucha determinación porque con los maestros disidentes no hay diálogo posible; el vandalismo y el chantaje son las herramientas que usan para imponer sus condiciones. Todo es relación de fuerza, pulseada”.
En Michoacán, la CNTE está calando al presidente López Obrador y hasta ahora, es lamentable reconocerlo, se va imponiendo.
Presidente de GCI. @alfonsozarate