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Dice la voz popular que el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones. ¿Cómo dudar del compromiso del presidente López Obrador con la austeridad gubernamental? Andrés Manuel es un hombre que ha vivido con modestia, que ama a los pobres y tiene una visión generosa (aunque, diría, ingenua) del “pueblo bueno”. Pero nada de eso garantiza que sus ideas y sus políticas públicas se traduzcan en una verdadera austeridad ni en verdaderos ahorros y, menos aún, que sean acertadas.
“Lo barato cuesta caro”, reza otra frase de la sabiduría popular. Extraña la manera de ahorrar del titular del Ejecutivo: convertir en chatarra una inversión de más de 60 mil millones de pesos (cien mil millones, según otro cálculo), y pretender trasladar algunas de esas inversiones hacia la base aérea militar de Santa Lucía, una opción cuya viabilidad ha sido duramente cuestionada y que para operar como alternativa requerirá de enormes obras colaterales (vialidades que hagan la conexión con el aeropuerto actual, por ejemplo), mucho tiempo de ejecución y miles de millones de pesos. Y un costo difícil de calcular: la desconfianza de los inversionistas.
Otra medida de ahorro: negarse a usar los aviones oficiales y transportarse en vuelos comerciales para atender sus compromisos oficiales terminará siendo una decisión costosa e impráctica. ¿Por qué no usar un avión pequeño o algún helicóptero para trasladarse con rapidez y eficacia, compartiendo el vuelo con algunos de sus colaboradores y aprovechando el trayecto para discutir con ellos decisiones importantes? Y, esto, sin considerar el costo que tiene el tiempo de espera del titular del Ejecutivo en los aeropuertos, sus demoras y cancelaciones.
La supresión de organismos autónomos como el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) tiene dos motivaciones: un ahorro de costos y un mensaje dirigido a instancias que, según el criterio del presidente, no han rendido frutos (como el INAI y el INE). Pero esta decisión implica desconocer las aportaciones del INEE en el diagnóstico del sistema educativo nacional y en la formulación de recomendaciones de políticas públicas. Quienes integran su Junta de Gobierno son académicos respetados y respetables y no merecen ese maltrato.
La decisión de recortar la ayuda para renta y colegiaturas escolares de los integrantes del servicio exterior mexicano es otro yerro, pues ignora las condiciones peculiares en que trabajan y que puede llevar a retiro a servidores públicos honestos que representan con dignidad a nuestro país.
Otro sinsentido es el de sustituir a funcionarios capaces por improvisados que aceptan cargos públicos para los que no están preparados. ¿Cuánto vale la incompetencia y cuánto le costará al país la curva (de lento) aprendizaje? ¿Echando a perder se aprende?
Algunas de las decisiones del nuevo gobierno, palos de ciego, están dejando lastimaduras muy serias; funcionarios públicos capaces y honestos están sido maltratados innecesariamente; despedidos, algunos; despojados de ingresos y prestaciones, otros; lo que ha hecho crecer la irritación de muchos que votaron por Morena; entre estos, docentes cuyos ingresos, en algunos casos, se traducen en mermas de un 30% de sus ingresos.
Pero, además, la decisión de llamar corruptos a los ministros de la Corte está alentando en franjas dogmáticas al “linchamiento” de esos funcionarios (y, quizás, más adelante, de cualquier funcionario que ostente su riqueza); hoy se trata de hostigamiento verbal, pero ya empiezan a darse casos de agresión física, como el grupo que acosó a un funcionario del Consejo de la Judicatura pensando que era de un ministro de la Corte.
En las redes sociales algunos “puros” le reclaman a Tatiana Clouthier que porte un reloj costoso y ella responde con sensatez que no tiene por qué ocultar lo que es fruto de un trabajo honesto.
¿Cuánto tiempo pasará antes de que la irritación en esos sectores de las clases medias —las más activas políticamente— dejen de expresarse en voz baja, como ronroneo, y empiecen a subir el volumen? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que los pasajeros de un vuelo comercial, al percatarse de la presencia del presidente de la República, le expresen de alguna forma su coraje?
Se dice que Pirro, rey de Epiro, al mirar los saldos brutales de su victoria sobre los romanos soltó esta frase: “Otra victoria como esta y volveré solo a casa”. Con otro “ahorro” como el del NAICM las finanzas públicas estarán cerca de un colapso o, para decirlo con el pueblo: “saldría más caro el caldo que las albóndigas”.
Presidente de GCI.
@ alfonso.zarate